Recesión que produce la política económica es un costo muy alto

Recesión que produce la política económica es un costo muy alto

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
La economía política que se ha logrado, con las ejecutorias del gobierno central y de las autoridades monetarias, lo resume la recesión económica que se siente a lo largo y ancho del país, caracterizada por desempleos, altos precios de los bienes comercializables y de los no comercializables internacionalmente, una fuerte apreciación del peso en el mercado de las divisas, estimada en cuarenta por ciento, reducción en más de treinta mil millones de pesos en el crédito bancario al sector privado, aumento del endeudamiento del Banco Central y del gobierno central, ambos en pesos y dólares, y aumento de la diferencia entre tasas activas y pasivas de interés, con el riesgo de que se inicie un proceso de desintermediación financiera. A cambio de esos elevados costos, el gobierno dice que ha logrado reducir el gasto en pesos cuando paga su deuda externa, que ha cerrado la brecha financiera en el sub-sector de la energía eléctrica, y en cuanto al Banco Central, que al bajar el interés, mantiene el déficit cuasi fiscal en el nivel de veintiocho mil millones de pesos, de modo que en sentido, y con otras metas, con holguras cumple con el acuerdo del FMI. Es evidente que el costo en que incurre la sociedad por mucho supera los logros económicos.

Pero si las políticas económicas son buenas, como dice el gobierno, porqué los costos superan tan ampliamente los beneficios? No obstante la fuerte apreciación del peso, defendida por el gobierno, los empresarios no bajaron los precios, que era la expectativa que tenía el sector oficial como contrapartida a la recesión económica. Aparentemente para el gobierno, el que bajaran las actividades en la economía no representaba un problema de significación, según se puede interpretar su criterio, el costo de las llamadas políticas orthodosas era compensable con los beneficios que de inmediato-no entiendo en qué basó su falsa esperanza-el consumidor recibiría con la reducción de precios de los bienes comerciables, es decir, el gobierno esperaba que los precios rápidamente se acomodaran al nuevo nivel de la tasa de cambio nominal. Pero resulta que los empresarios decidieron otra cosa, ver y esperar, lo que para el gobierno ha sido una actitud sorpresa, inesperada y sorprendente, hasta el punto de que no tiene respuestas cuando el consumidor reclama la rebaja en los precios.

Como los empresarios reaccionaron sin emociones, les permitió convencerse tempranamente de que era artificial la apreciación del peso en más de cuarenta porciento. De haber sido el resultado de un aumento en las exportaciones de bienes y servicios, de una fuerte entrada de capitales, de una reducción en los precios de los bienes internacionales que importamos, ó de una combinación de los factores, probablemente su proceder hubiese sido otro, y sus ventas programadas en base a la tasa de cambio apreciada. Pero los empresarios se dieron cuenta de la jugada, la tasa de cambio había sido fijada por el burócrata alrededor de treinta por uno, y como no era el resultado de una acción de mercado, como en efecto es el compromiso asumido en el acuerdo con el FMI, racionalmente entendieron que no debían bajar sus precios, porque en cualquier momento estarían expuestos a grandes pérdidas cambiarias. Contrario a lo que pensó el gobierno, con relación a la tasa de cambio los empresarios tuvieron expectativas regresivas, lo que les imposibilita bajar los precios. El mensaje de los empresarios está claro, en lo político apoyaron a los que ascendieron al gobierno, pero en lo económico es más que evidente el rechazo de la política. Pero el gobierno insiste en decir que todo va bien, y cualquier señalamiento concreto del empresariado y de técnicos independientes para mejorar las cosas, responde que no se puede hacer nada, porque el FMI así lo requirió, y eso no es incierto.

La economía funciona como un reloj, con todas sus partes interconectadas y de funcionamiento sincronizado. Cualquier mal funcionamiento de una variable, como resulta por ejemplo con el excesivo pasivo del Banco Central, que no para en aumentar, podría ser el detonante para que el cuerpo económico se aleje del equilibrio coyuntural logrado. Sería una mala noticia que se trasladaría a la tasa de cambio, que no sólo tendería a buscar su equilibrio, lo que sería bueno, sino que incluso podría ir más allá, precisamente lo que nadie en su sano juicio desea, y lo decimos por locuras que algunos se atreven a escribir, expresiones claras de que no se tienen respuestas técnicas.

LOS EMPRESARIOS LO SABEN

Los empresarios lo saben, el gobierno y las autoridades monetarias también son conocedoras de las implicaciones, pero existe una diferencia que no deja entender al sector oficial con el inversionista y el consumidor, las autoridades monetarias de manera específica prefieren mirar para otro lado, creen que el tiempo borrará la deuda del Banco Central, y sin que medie una reforma tributaria que aporte para ese propósito el 2 ó 3 por ciento del PIB. Es la razón por la que en uno de mis artículos me refiero a sueños, mal contados por un buen economista soñador, que finalmente se da cuenta de que no eran sueños, sino de pesadillas que luego se les convierten en ilusiones.

Lo que preocupa en este momento, y hay que decirlo aúnque sean del desagrado del buen amigo y buen economista del Banco Central, es el conocimiento que tienen los mercados, de que con su política agresiva de endeudamiento y de reducción del interés, las autoridades monetarias se apoyan en una tablita muy débil, que zizaguea. Y lo peor, que confunden el aumento de la demanda de certificados con la existencia de una mayor confianza en las autoridades, y eso no es así, podría ser un costoso error de apreciación lo que estarían cometiendo. Deben saber que el dinero vuela hacia donde hay mayor rentabilidad, y los certificados del Banco Central, en determinados momentos, jugaron ese papel. Pero si la regla del juego cambia, bajando el interés de los certificados de manera inesperada, sin que medie ninguna acción de mercado, sino el señalamiento burócrata, no se debe esperar que la demanda en certificados se mantenga invariable, y ni siquiera que la reducción sea poco importante. Con propiedad no se podría decir que se trata de una pérdida de confianza, sino y simplemente que el retorno de la inversión no llenó las expectativas.

Es evidente que la visita trimestral del FMI es la razón por la que las autoridades monetarias se afanan en reducir el interés de los certificados, pero como deben saber, una cosa es inversión en certificados de buen rendimiento, y otra bien diferente es invertir en instrumentos cuya rentabilidad real apenas es positiva, a pesar de que el riesgo, representado por el balance del pasivo del Banco Central, en lugar de reducirse ha aumentado en casi cincuenta por ciento. Con una inflación programada para el año de 13 por ciento, el límite superior de lo esperado según el acuerdo con el FMI, y pagando un interés mensual de 1 por ciento, como sería la meta de las autoridades monetarias para los próximos días, de continuar con la tendencia que llevan, no hay que ser experto financiero para saber que se corre el riesgo de una brúsca reducción de la demanda de certificados, y que el inversionista decida invertir en el activo de mayor promesa de rentabilidad en el corto plazo, el dólar norteamericano y/ó el euro en el mercado de las divisas, una actitud racional que de ninguna manera debería confundirse con pérdida de confianza.

Me preocupa, por ejemplo, los plazos de los certificados, los de muy corto plazo representan más de la mitad, y meses atrás apenas superaban el veinticinco por ciento. Además, los bancos eran los inversores más importantes, y ahora son los menos importantes en términos relativos. Es decir, el que más información tiene, el banco, reduce su participación, y el independiente prefiere plazos breves. No será por el rendimiento, que las autoridades monetarias lo ha reducido sensiblemente? Cuidado señores del Banco Central.

El gobierno olvidó que la recesión económica por si misma se retroalimenta, vía el efecto inventario de las empresas. La fuerte política restrictiva del gobierno y la del Banco Central, ambas tomaron por sorpresa al comerciante y al productor, y como las ventas al por mayor y al detalle han caído a niveles alarmantes, los inventarios no han tenido la rotación mínima esperada, debido básicamente a la reducción del circulante para transacción. Como consecuencia, el desempleo está en aumento, y no sólo en el comercio, sino también en las pequeñas y medianas fábricas industriales y en las artesanales, tanto las ubicadas en zonas industriales, en callejones, en marquesinas, en las zonas francas, y ahora en hoteles, bares y restauntes. El desempleo reduce aún más la demanda de los productos comestibles y no comestibles.

Otro elemento que se suma para empeorar el panorama recesivo, es la mencionada reducción del interés pagado por el Banco Central y los bancos comerciales, las familias que viven de ahorros-que no son pocas como lo deben saber las autoridades monetarias-no tienen otro camino que reducir aún más el presupuesto de gastos, porque para mantenerlo deberán endeudarse ó descapitalizarse mensualmente. Es decir, que el acelerador de la recesión ha estado en pleno funcionamiento desde hace siete meses, y el gobierno y las autoridades monetarias no se han enterado, ó no quieren enterarse para no encarar los problemas, el gobierno de manera específica teme pagar el costo político que implica la solución del déficit cuasi fiscal del Banco Central, a través de la reforma tributaria que demanda la circunstancia. Mientras, las autoridades monetarias se acomodan, no juegan su papel frente al gobierno central, y al igual que éstas últimas, prefieren seguir diciendo, aúnque tienen conocimiento de que pocos le creen, que la economía crece, e incluso llegan a negar la recesión. Se pueden citar, como ejemplos concretos, las declaraciones del Ministro de Finanzas, por cierto que no es compartida por el Secretario Técnico de la Presidencia, y lo que la pasada semana escribió el economista amigo del Banco Central.

La apreciación del peso debió funcionar como un incentivo para los negocios importadores, éstos debieron hacer su «agosto» comenzando el año, pero resulta que no han podido aprovechar la oportunidad, no encuentran a quién vender, los bancos comerciales dicen no estar en condiciones de prestarles bajo las condiciones acostumbradas, debido a las nuevas normas bancarias y prudenciales que les exige más capital y provisiones. Aúnque comparto lo que escribió el amigo economista Luis Ml. Piantini, de que son varios los motivos estructurales que mantienen alta la tasa activa de interés, entiendo que el principal tiene que ver con las nuevas normas, y sucede al tiempo de que los bancos comerciales bajan la tasa pasiva a niveles insostenibles para el ahorrista, introduciendo una nueva distorsión en el sector financiero. La nueva distorsión produciría desintermediación financiera, porque de mantenerse, las empresas van a tomar el dinero prestado que necesitan directamente de los ahorristas, hecho que afectaría el volúmen y la rentabilidad del negocio bancario en el mediano plazo.

Por otra parte, y en el ámbito internacional, para el gobierno ha sido sorpresa el alto precio pagado por el petróleo y sus derivados en el mercado internacional, y la sostenible tendencia alcista de los últimos tiempos. No se entiende porqué se dejó sorprender, si la tendencia viene desde hace años, y la respuesta probable es que nunca tuvo un plan de gobierno. Ahora quiere utilizar el shock externo, para tratar de justificar la política de sobre-apreciación del peso, citando que la deuda del sector público consolidado en dólares duplica la expresada en pesos, y que la apreciación de la moneda genera ahorros en pesos al presupuesto de la nación. En varios artículos hemos demostrado que se trata de un cálculo parcial y acomodaticio, porque no toma en cuenta las pérdidas ingresos, y mucho menos los subsidios al consumo de combustibles y otros productos importados, sin dudas parte importante del costo de la política monetaria actual.

En cambio, creo correcta la forma como se ha manejado la política de precio de los combustibles en el mercado local, primero cuando se elevó el impuesto promedio a las gasolinas y al diesel oil, por la inflación acumulada, y porque semanalmente se traspasa al consumidor los aumentos de precios internacionales. No obstante, la demanda de combustibles en el mercado local, y sus importaciones, no han bajado como debió ser, y se debe al error de la política monetaria que ha generado un subsidio cambiario generalizado (de no menos 12 puntos). Es decir, de no ser por el subsidio cambiario, tanto el consumo de combustibles como las importaciones, hubiesen declinado más como respuesta al aumento de los precios internacionales. A pesar de que el amigo economista del Banco Central dejó por terminada sus interesantes respuestas a mis artículos, lo que lamento, sólo en ésta oportunidad abuso de su tranquilidad para sugerirle el diseño de un modelo econométrico simple, a fin de que verifique que el mío está en lo correcto. Y luego, que le ponga precio al exceso de demanda y se pregunte y que se responda él mismo, en el caso de los combustibles, qué política ocasiona ese costo excesivo e innecesario para la sociedad? Su respuesta no será otra que la monetaria actual.

En cuanto al sub-sector de la electricidad, no es criticable que a propósito el gobierno mantenga una generación por debajo de la demanda, al menos mientras el precio del petróleo se mantenga sobre cincuenta pesos el barril, porque lamentablemente la generación de electricidad ha sido muy dependiente de uno de los combustibles más caros (diesel oil). En cambio, resulta poco transparente la política para reducir el déficit financiero de las EDES. Mientras por el lado de los gastos, las EDES se benefician con una tasa de cambio subsidiada de menos de treinta pesos, por el del ingreso no se perjudican como los demás sectores de la economía, la tarifa que cobran guarda relación con una tasa de cambio muy superior. Es otra de las incongruencias a que conduce la política monetaria actual. Tenemos que ser competitivos, y para ello es necesario reducir los costos directos e indirectos de la economía, y una forma eficiente de hacerlo, es garantizando un tipo de cambio de equilibrio para todo el mundo.

Publicaciones Relacionadas