Las noticias falsas, un fenómeno en constante crecimiento a nivel mundial por el auge de las redes sociales y las diferentes plataformas en que operan, es objeto de estudio y preocupación por grandes diarios y medios digitales interesados en preservar la credibilidad, piedra angular del periodismo serio y responsable que aspira a perdurar en la receptividad y aprecio de lectores, cibernautas, televidentes y radioescuchas.
Denominadas ahora “fake news”, las noticias inventadas con el deliberado propósito de confundir y distorsionar realidades hasta de naturaleza política en la lucha de poder, pero también como reflejo de frustraciones e ideas absurdas sobre el curso de la vida y su razón de ser, constituyen una aberración, una plaga que atenta contra la buena información, llamada a orientar, crear conciencia y contribuir a la toma de decisiones inteligentes y responsables.
Son muchos los congresos, talleres y otras actividades en que este importante tema ha sido objeto de extensas y profundas meditaciones para tratar de hurgar entre sus causas y ver en qué forma el fenómeno de la desinformación puede ser eliminado o cuando menos atenuado, ya que se trata de una situación que se ha tornado cada vez más complicada para los medios tradicionales porque la información está cada vez más bajo el dominio de los nuevos públicos, cuyos predecesores en décadas pasadas eran sólo pacientes receptores, sujetos a las noticias que recibían por diversas vías.
Ante estas nuevas realidades que, pese a sus contrapuntos y complejidades, no pueden ser ignoradas, existe en la actualidad un creciente empeño en enfocar las redacciones tradicionales hacia un entorno digital que permita establecer sintonía con los jóvenes y por esa vía atraerlos hacia los medios impresos, estimulando el hábito de lectura como idóneo mecanismo para la apropiación de conocimiento.
Imbuidos de esa idea y de la necesidad de aplicar medidas que no admiten ya demoras y mucho menos indiferencia en la industria editorial, precisamente en estos momentos se celebra en Huesca, en la comunidad autónoma española de Aragón, la vigésima edición del Congreso de Periodismo Digital, donde todos estos asuntos y desafíos son sometidos a un concienzudo análisis.
En los debates y opiniones propios de este tipo de actividades, la información falsa ha concitado mucha atención y han surgido propuestas muy sugerentes sobre la manera de contrarrestar una perversa tendencia creciente pero no irremediable.
La directora del periódico El País, Soledad Gallego-Díaz, ofrece una receta digna de ponderación para combatir el fenómeno de las noticias falsas. En ese sentido, la veterana periodista ha planteado que los medios tienen que pelear por colocar sus agendas propias como mecanismo de lucha contra la desinformación.
Ese es un punto ampliamente debatido pero que no ha logrado traducirse en acciones concretas y bien articuladas, porque muchos medios aún no acaban de entender que para sobrevivir y reinventarse deben dejar atrás el viejo esquema de meros registros de datos y declaraciones, que tienen que enfocarse más a la crónica, al análisis profundo y rehuir la superficial y enajenante banalidad.
Asimismo, frente a lo que califica de “armas de distracción masiva”, en obvia referencia a la avalancha de las informaciones en las redes, no siempre certeras ni confiables y en ocasiones dirigidas con fines malignos, Gallego-Díaz recomienda elaborar información buena y atractiva, en otras palabras, propender a un esfuerzo continuado de mejora en los contenidos, porque en su opinión no tiene sentido pasarse la vida desmintiendo las mentiras de los demás.
Como han sugerido tratadistas de la moderna gerencia, los desafíos deben asumirse como oportunidades de readaptación, que bien ejecutadas pueden producir notables avances y esa parece ser la visión de Gallego-Díaz sobre la suerte de la prensa escrita, ya que en su opinión el camino hacia el futuro no supondrá la desaparición del periódico de papel, como lo han demostrado grandes diarios europeos que se mantienen vigentes y actualizados.