Receta para una reelección presidencial

Receta para una reelección presidencial

Juntar, a como dé lugar, una inmensa fortuna que le permita realizar la “campaña electoral” más exitosa, empleando una política pancista que permita ejecutar un bien diseñado y mejor ejecutado plan de silenciamiento, compra, adormecimiento, narcotización y encantamiento de las masas, para comprar su voluntad y anular su capacidad de decisión.

Emplear esa fortuna de manera tal que la avalancha de dinero permita crear la percepción de que la reelección es la única salida que tiene el país, ante el caos organizado con tal cuidado, que todo parece indicar la imposibilidad de seguir otro camino.

Trabajar arduamente para obtener cada vez más recursos para el financiamiento de esa campaña que debe desarrollar un verdadero hostigamiento auditivo con anuncios de radio todo el día, por todas las emisoras y comprar las programaciones de las más escuchadas para que el elector crea que la insistencia y repetición de las mismas consignas es una expresión real y válida de la verdad.

Aprender a tocar como el flautista del cuento, el de Hamelin, que se llevó todos los niños tras el sonido melodioso de una música tan pegajosa que enamoró los pequeños hasta que abandonaron el pueblo.

Sobrevaluar las obras públicas para que el primer avance, antes de engorrosas y difíciles cubicaciones, sea dedicado para el fondo de las necesidades de la campaña electoral.

Tener un saco de promesas y ofrecimientos “para cuando ganemos”, “tú verás cómo va a cambiar tu situación y la de tus familiares”, recuerda que “hoy por ti y mañana por mí”, “esos votantes sobre los cuales tienes influencia pueden convertirte en el seguro de tu vejez si aceptas estos millones, sabes que luego serás recompensado con contratas, negocios, exoneraciones y otras canonjías”.

Mostrar seguridad en el discurso y tener la fuerza de cara suficiente para que la gente del común piense que eres honesto en lo que dices, para que no busquen el rostro oculto de la corrupción, las bajezas, la constante práctica de las inmoralidades más bajas.

Mentir, mentir, mentir, de manera tal que el candidato y sus panegiristas lleguen a creer que lo que dicen es cierto y cuando estén convencidos de sus falsedades olvidar, para siempre, que mejor temprano que tarde, la verdad se abre paso de la más intricada maraña.

Nunca, nunca, nunca, hablar de corrupción, evasiones de impuestos de grandes contribuyentes, constante contrabando de voluminosas importaciones que permiten a los cómplices de las autoridades fijar precios mejores para el consumidor que los de sus competidores.

Penetrar los principales partidos de la oposición para que actúen de manera solapada en favor del candidato a la reelección.

Para el caso de que falte algún otro ingrediente perverso, favor agregarlo a esta receta maldita.

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