El rechazo por Alemania a un cuantioso embarque de banano orgánico producido en el país sería, de mantenerse como definitivo, un grave revés para la agro-economía dominicana tras notables avances como proveedor del fruto a Europa, acogido además con un tratamiento fiscal privilegiado.
La presencia de un residuo químico en la cáscara de la musácea habría sido inducida por una firma certificadora que aprobó la aplicación de la sustancia en las plantaciones criollas, lo que condujo a un incumplimiento involuntario. El país aspira, con justa razón, a un tratamiento justo: que el banano sea aceptado por esta vez, al calificar de todos modos para el consumo aunque lo rechacen como orgánico. El Estado dominicano debe estar abierto a esta emergencia de los productores y darles apoyo para mitigar los efectos que se derivarían sobre el importante renglón agrícola.
La interdependencia comercial tiene retos. Al primer mundo no se le puede fallar en niveles de calidad. Ya se ha visto que las condiciones exigidas a carnes y vegetales en EUA han golpeado en ocasiones a la agropecuaria nacional. Las calificaciones de nuestro país como exportador tienen que mantenerse altas. La competencia suele ser feroz. Los grandes mercados, como Europa y Estados Unidos, están abiertos a otras fuentes de productos, algunas con más experiencia y dominio de técnicas de cultivo, empaque y transporte como para superarnos.
La universalidad de los derechos
Es confusa La línea imaginaria que diferenciaría el intervencionismo grosero e impúdico de los obligados actos de solidaridad entre los seres humanos y naciones ante la violación de derechos o la barbarie. Muchos se alarman y rasgan vestiduras cuando se cuestiona a República Dominicana por supuestos atropellos a propios o extraños o por alegadamente desconocer los debidos procesos, de los que no deben apartarse los países, menos aun si se han comprometido mediante tratados. Toda esta introducción es para llenar de significado nuestro repudio a la destitución sumaria y atropellante, a modo de golpe de Estado, del presidente elegido soberanamente por el pueblo paraguayo, Fernando Lugo. Hoy por ti, mañana por mí. Las violaciones a los derechos humanos y a la voluntad expresada soberanamente por naciones, son iguales en todas partes. No distinguen fronteras. Defenderlos tampoco debe tener límites geográficos.