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Las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo 20 fueron cruciales y desgarradores para la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo. Su Campus de la ciudad de Santo Domingo se vio convertido en sitio acogedor de protesta contra las injusticias sociales y las violaciones a los derechos individuales. Esos y otros males tuvieron propósitos y proyecciones de carácter político, económico y espiritual que afectaron la vida universitaria. Ocurrió un divorcio entre las universidades privadas recién fundadas y la estatal. Mientras las primeras eran recintos pacíficos de cultura, únicamente de cultura, la UASD se lanzaba jubilosa a participar en todos los actos de la vida pública del país. De manera que de sus aulas salían alternativamente la revolución y el gobierno, la democracia o la dictadura. Después de ese proceso de frustradas esperanzas, las acciones llevadas a cabo por el Movimiento Renovador materializaron el indispensable rescate de la estructura y organización de la Universidad Primada orientándola en un genuino sentido de universidad del saber que repugna localismos y conocimientos baldíos y concibe la formación universitaria con un total sentido de integración. Para los del Movimiento Renovador, la Universidad no era sólo erudición per se, ni conocimiento dislocado o disperso. Sus fines formativos, científicos, profesionales y culturales constituían un todo orgánico cuyos elementos no se debían desarticular ni anarquizar. Un destacado miembro del Movimiento Renovador definía la UASD como “una pequeña comunidad de hombres y mujeres que enseñan, estudian, investigan, crean y sueñan y cuyo y universal resultado es la profunda unidad de la convivencia y la cultura”. Esta breve referencia a un pasado no tan lejano nos sirve para confirmar lo sucedido antes y para arrojar luz sobre lo que pueda venir después.
La idea de circunscribir la Universidad a la cultura superior de parte de los del Movimiento Renovador Universitario no era opuesta a la extensión de la misma. Esta no consistía en descender a niveles de enseñanza que corresponden a otras jurisdicciones de la educación, anteriores y previas a la universitaria, sino en hacer que la UASD, como centro de cultura superior, extendiera su influencia y su accionar a todos los rincones del país. Fueron éstos los propósitos que impulsaron a las autoridades del Movimiento Renovador a fundar, en febrero de 1970, sus dos primeras extensiones universitarias en el interior del país: el CURSO en Barahona; y el CURNE en San Francisco de Macorís.
La decisión de parte de las autoridades de la UASD de instalar los dos primeros centros regionales en las ciudades de Barahona y San Francisco de Macorís se basó en el logro presupuestario de Medio Millón de Pesos Mensuales para la Universidad estatal, en cuyo proceso de manifestaciones y protestas cívicas para alcanzarlo participaron líderes comunitarios y políticos de todo el país, incluyendo los de las ciudades seleccionadas como sedes de los dos primeros centros regionales. También, por la promesa incumplida del Consejo Mundial de Iglesias para financiar una parte importante del proyecto de fundación de las extensiones regionales de la UASD.
No entra en nuestro propósito un análisis retroactivo de las penosas condiciones en vivieron los fundadores de las dos extensiones universitarias mencionadas: profesores perseguidos y encarcelados por profesar cierto credo ideológico; estudiantes apresados y algunos de ellos asesinados por las fuerzas del orden, entre otras grandes calamidades.