Recital de Danil Trifonov, lo viable de la perfección

Recital de Danil Trifonov, lo viable de la perfección

Pocos artistas a tan temprana edad –27 años– han alcanzado el prestigio de Danil Trifonov, considerado el más importante pianista joven de nuestro tiempo.

En 2012 tuvimos la oportunidad de escucharlo por primera vez, cuando en un memorable concierto la Fundación Sinfonía presentó a los ganadores del Concurso Tchaikovski 2011, en el que Danil Trifonov obtuvo el Grand Prix y medalla de Oro y el chelista armenio Narek Hakhnazaryan, medalla de oro.

Sobre este concierto comentamos: “Trifonov recibió una ovación, de las mayores tributadas a un concertista en el Teatro Nacional. Esa noche se escribió una de las grandes páginas de la historia musical del país”. –(“Desde Platea”, pag. 532)
Nuevamente, como en aquella noche, el “Duende” ese poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo ha podido explicar, al decir de Goethe, se asomó en el Teatro Nacional y posó en Danil Trifonov, quien poseído del genio de los compositores fue capaz como intérprete, de transmitir, trascender y emocionar, y es que las artes, específicamente la música, necesitan de un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.
Trifonov, poseído del genio de Bonn, inició su recital con el andante en fa mayor –Andante favori– Wo057. La delicada pieza, nostálgica y tierna, es expuesta con imaginación interpretativa, capaz de transmitir todo su contenido poético. Luego, también de Beethoven, nos brinda la Sonata Núm. 18 en mi bemol mayor, Op. 31.

La descriptiva obra, colorista, nos envuelve en su atmósfera bucólica; cada tema, más que una alegoría es una representación exacta de la naturaleza, y cada pasaje es expuesto magistralmente por el pianista, cuyo fraseo delicado, esa dosis de intuición, de “arte”, hace que la interpretación adquiera toda su magia y contenido. La primera parte del recital cerró con música de Robert Schumann. Imbuido del espíritu literario del “Sturm und Drang” –Ímpetu y tempestad– y admirador de Goethe y Heine, Schumann es un gran soñador, considerado cumbre del piano romántico alemán. Su obra “Bunte Blätter” Op. 99, posee unidad orgánica. Es una colección de catorce miniaturas, piezas de gran belleza, “hojas multicolores” que posibilitan la versatilidad de Trifonov, permitiendo que fluyan sus recursos expresivos, y el sonido prístino y delicado de su instrumento. La precisa ejecución de esta pieza –no habitual en nuestros conciertos–, y la búsqueda creativa de cada nota, nos descubre la riqueza de ese mundo armónico, pletórico de matices, del compositor.

En el “Presto Passionato” en sol menor, movimiento final de la Sonata Op. 22, que Schumann apartó y convirtió en una magnífica pieza de concierto, de nuevo Trifonov pone de manifiesto su técnica espontánea y natural.
Luego del intermedio, el recital finalizó con la obra de Sergei Rachmaninov “Variaciones sobre un tema de Chopin”, Op. 22. La riqueza de esta obra y su transparencia polifónica, es asombrosa; su escritura plagada de dificultades, suena con naturalidad en las manos del intérprete, cuyo virtuosismo lo lleva a colorear cada variación creando su propio mundo, y es que Trifonov, como solista, trasciende la partitura, domina los contrastes, pasando de un profundo “fortissimo” a un “pianissimo” poético, delicado, que trasunta la nostalgia del compositor.
Ciertamente Danil Trifonov es una estrella rutilante en el firmamento musical. Su juventud, talento, pasión y entrega, lo llevarán a cumbres aun inexploradas.

El público, paralizado por un momento ante tanta elocuencia, consciente de lo viable que puede ser la perfección, sale de su mutismo, se recupera, y entonces tributa una verdadera ovación a este intérprete excepcional, que lo lleva a un “Bis”, descubrimos entonces una nueva faceta de Trifonov, la de compositor, al interpretar una pieza de su autoría, inspirada en Rachmaninov.

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