Reclamo exagerado

Reclamo exagerado

Todos tenemos derecho a requerir información respecto del destino de los impuestos que paga la población al Gobierno Dominicano.  También podemos solicitar datos relacionados con los recursos que contrata el sector público, sean reembolsables o no reembolsables. Por correspondencia diunívoca, asiste ese mismo derecho a los contribuyentes de las administraciones de riesgos de salud (ARS) y de las asociaciones de fondos de pensiones (AFP), entre otras. El sujeto imponible paga para recibir obras y servicios. El contribuyente de las ARS y AFP, entre otras, paga para recibir servicios y, según el caso, sustento.

No se cumple, por supuesto, nada de esto. Los contribuyentes desconocen la posesión de tal derecho soberano. Habitualmente andamos todos – gobernantes y gobernados-, por la izquierda. En consecuencia, nos abate el temor. “Si reclamo al gobierno que me explique en qué gasta lo que recauda, me investigarán los ingresos y me cobrarán lo que pago de menos”. Hay gente arretada, sin embargo. Entre ésas, la organización ¿sin fines de lucro? que agrupa a las ARS. Cuestionadas las mismas por la autoridad pública, cuestiona ella a la autoridad pública.

Ellas, las ARS, reciben un cuartal. Y están obligadas a decirnos qué hacen con ese dinero. Yo pago dos veces a la ARS a la que estoy afiliado. Rossy, mi mujer, que es la usuaria habitual, está satisfecha con la respuesta que se le ofrece cuando solicita un servicio. A mí, Dios me ha otorgado un cuerpo que reclama poco mantenimiento. En años recientes, no obstante,  porque mi mujer me presiona, he acudido a hacerme exámenes sanguíneos y de orina. Gracias a ellos descubrimos que sufro de hipoglicemia, colesteroles bajos (los dos) y pocos triglicéridos.

Les confieso que desconozco las consecuencias de este cuadro. Las resultantes inmediatas, las del día por día, no son malas si me comparo con mis semejantes, aún más jóvenes, que me rodean. ¡Gracias a Dios! De manera que, pese a la satisfacción de mi esposa, siento alguna molestia cuando me descuentan dineros para mi ARS y luego le vuelvo a pagar por cheque que expide Rossy.

Tres años atrás, cuando Rossy comenzó con la presión del “hazte estos exámenes”, pagamos alrededor de seis mil pesos por los mismos. En el afamado y creíble laboratorio al que acudimos se explicó que las indicaciones no tenían “el sello del doctor”. En la ocasión le pedí a Rossy que me diese hasta el día siguiente, lunes, para perseguir a mi amigo, el Dr. José Francisco Mejía. Rossy es implacable. “Si te dejo ir hoy, no te harás esos exámenes hasta dos años más tarde”, dijo delante de todos los pacientes que, indicaciones a mano, esperaban. Todavía, en un último intento de ganar ese pleito señalé que parecía increíble que la ausencia de un sellito estableciese una diferencia entre doscientos y seis mil pesos.

La recepcionista del laboratorio repitió lo señalado. Sin el dichoso sellito, la ARS no paga. Podíamos correr una semana el punchazo vampiresco. Rossy desconfía, sin embargo, de mi inclinación a rozarme con la clase médica. Por eso cantó ese día: “ahora o nunca”. Y como pueden ustedes suponer, ocurrió entonces. Ese día, empero, me dijeron muchos de cuantos esperaban, que, son muchos los periquitos que han establecido las ARS para no pagar un sinnúmero de pruebas. Por eso respaldo el reclamo hecho a las ARS. Y rechazo que ellas tengan calidad para pedir ninguna rendición de cuentas a nadie.

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