El Directorio del FMI recomendó reducir las exenciones impositivas, mejorar los controles del gasto y restringir las transferencias al sector eléctrico para eliminar el déficit fiscal consolidado en tres años y reducir la deuda pública de 48% a 35% del PIB. No lo escribió de esa manera, pero se entiende que estima el impacto en cinco puntos porcentuales del PIB, con lo que la presión fiscal, que es 15.3% del PIB en el 2014, superaría el promedio de América Latina de 18.5%, por debajo del 34.3% de los países OCDE y del 38.3% de los Estados Unidos.
Es otro parche tributario que sobreestima sus efectos y que no resuelve la difícil situación fiscal que dejó Leonel Fernández, quién aumentó el gasto en 38% en 2008 y 40% en 2012, para elevar el crecimiento del PIB y lograr ganancia política de corto plazo. Como los seis parches tributarios no generaron los ingresos adicionales que necesitaba para financiar el incremento del gasto, con deuda cubrió el faltante, en ocho años la aumento en 128%, pasando de US$11,702 millones en 2005 a US$26,650 millones en 2012, correspondiendo el 70% al sector público no financiero y 30% al sector público financiero.
Así creó el mayor desorden fiscal y endeudamiento público que se conoce desde la Primera República, apoyado por acuerdos Stand-by, el país aumentó su deuda con el FMI, Banco Mundial y BID en 127%, pasando de US$1,823 millones en 2008 a US$4,147 millones en 2011. La preocupación del FMI es que el exceso de deuda, no solo neutralizó la ganancia de corto plazo de Leonel Fernández, sino que es real el riesgo de colapso de las finanzas públicas si los ingresos no aumentan, lo que debió anticipar cuando recomendó la desastrosa política de déficits y deuda. Porque si el stock de deuda crecía más que la economía, como al efecto, se debía esperar que fuera explosivo el crecimiento de la razón deuda/PIB, haciendo insostenible las finanzas públicas, con el riesgo de no poder cumplir con los pagos.
Hizo bien el presidente Medina en decir que no habría reforma de impuestos en el 2014, agrego, y mucho menos un parche como el sugerido por el FMI, que además de lucir improvisadas, las iniciativas no fueron acogidas por el público, la entidad internacional perdió credibilidad con el fracaso de su política de déficit y deuda, que se basó en comparaciones que nada tenían que ver con la realidad dominicana. Se necesita una profunda reforma tributaria pero consensuada, basada en estudios actualizados. Si el FMI los tiene haría bien en publicarlos, compartirlos con el público, para que conozca las elasticidades y las proyecciones, para que se discutan los beneficios de largo plazo de un sistema tributario “ideal” o Benchmark. El proyecto de reforma, que debe tener como objetivo aumentar el ahorro interno para financiar el crecimiento de la economía, debe prepararse basado en los estudios y discutirse en el 2015, sabiendo que no hay espacio para improvisar y malgastar quizás la última oportunidad de pedir más sacrificios a los consumidores, y que deberá acompañarse con menos exenciones, deducciones y créditos, que ascienden a RD$181,455.2 millones, equivalentes a 6.6% del PIB en el presupuesto del 2014.