TEÓFILO QUICO TABAR
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Cada vez que termina un proceso electoral comienza a hablarse de la necesidad de una recomposición política. Pero para que se produzca un fenómeno así, tiene que haber además de mucha decisión, verdadera toma de conciencia por parte de los grupos actuantes acerca de las clases que en realidad cada uno pretende representar dentro del espectro político nacional, por encima de sus intereses individuales.
No puede haber mucha recomposición de fuerzas, porque al margen de los partidos grandes, a pesar de que prácticamente han abandonado la lucha ideológica y las acciones programáticas, entre los demás grupos denominados minoritarios, algunos solo obedecen a los criterios de sus cabezas, sin importar cuál camino tomen si derecha o izquierda, y los otros solo obedecen a las posibilidades que les pueda ofrecer el gobierno de turno.
Eso quiere decir que los grupos siempre existirán, mientras haya actitudes individualistas con ribetes caudillistas, que aquí abundan mucho. Y no existen más grupos porque, de alguna forma, los gobiernos les brindan a muchos jefecitos las oportunidades de mantenerse en su redil, obedeciendo incluso a regañadientes, pero con un pedazo del pastel a su disfrute. Otros porque tienen la oportunidad de escalar posiciones en el Congreso y los ayuntamientos, así como también los que desde posiciones con letrero civilista juegan el mismo papel que los demás grupos, pero con más disimulo.
En realidad, lo que determina la existencia de grupos y grupúsculos en el país, no es exclusivamente el financiamiento a los partidos políticos, aunque es un buen atractivo, sino motivado fundamentalmente a la profunda tendencia a la fragmentación, que ha penetrado en las atrasadas mentalidades de nuestro sistema político, no desde ahora, sino de siempre.
Para algunos es preferible ser cabeza de ratón, para otros, aunque hieda, ser cola de león. Y hay que recordar que la tendencia fragmentaria en materia política en nuestro país comenzó conjuntamente con el proceso democrático, o sea, una vez desaparecida la dictadura trujillista.
Hay que recordar que en el PRD, el PRSC, el 14 de Julio y el propio PLD, todavía en la minoría de edad hicieron sus pininos fragmentarios. Y ni hablar de la izquierda.
Se podría afirmar que donde se suponía que había más solidez en cuanto a formación ideológica era precisamente en los partidos con una acción basada y fundamentada en ideologías, y sin embargo, donde mayores desprendimientos y divisiones se produjeron fue precisamente en los linderos de la izquierda, además del socialcristianismo.
El problema fundamental consiste, y eso lo hemos planteado reiteradamente, en que no hay conciencia de grupo. Obsérvese que la mayoría de las divisiones que se han producido, sobre todo en los grandes partidos, han sido fundamentalmente de tipo individualista.
Las diferencias han sido y son más de tipo personal que de otra índole, o sustentadas en unos principios que como he dicho en otras ocasiones, son poco conocidos y peor divulgados, además de que tienen una elasticidad tan grande, que son capaces de acomodarse según las situaciones.