Medir pobreza extrema y concentración de riqueza deviene un ejercicio de la mayor importancia para proponer medidas que coadyuven a enfrentar el problema. OXFAM, ONG inglesa de gran prestigio, elabora un informe anual para la célebre reunión de Davos. Este año advirtió que los ocho individuos más ricos del mundo poseían una riqueza superior a la mitad más pobre del planeta. Otros estudios puntualizan que el 1% más rico posee tanto como el resto 99% de los habitantes. Los análisis son sólidos y estadísticamente bien sustentados pero se busca perfeccionar las conclusiones a que se llega cuando se identifican los niveles de pobreza y concentración de la riqueza. Lo cierto es que las consecuencias no se alejan mucho del comportamiento en los diferentes países. Comoquiera un punto crucial es la medición.
Desde bien temprano en el siglo pasado la medición de la desigualdad se basaba en el llamado “coeficiente Gini”, bautizado así por su creador, el estadístico italiano Conrado Gini. Fueron surgiendo nuevas mediciones como el Índice de Desarrollo Humano de la ONU y el de la OCDE. Hoy día se pretende profundizar en el coeficiente de referencia partiendo de una nueva metodología que ya se le conoce como “índice Palma”, diseñado por el economista chileno José Gabriel Palma, profesor de la inglesa Universidad de Cambridge y de la de Chile. La crítica de Palma al coeficiente Gini la explica en estos términos: “El Gini es útil, pero estadísticamente limitado y poco transparente. Establece una cifra que intenta capturar la desigualdad de una sociedad en su conjunto, pero es muy poco informativo sobre lo que ocurre dentro de esa sociedad”. En referencia al cálculo de su Índice especifica que la fuente de datos que utiliza para su “Índice” es la misma en la que se usa para el “Gini” pero que la metodología que propone posibilita un “diagnóstico más detallado”. Asegura que su metodología permite visualizar lo que realmente ocurre en el “medio de la población”, o sea lo que se “lleva la mitad que se ubica en el medio y el medio alto”. «Esa mitad se lleva algo muy cercano a la mitad del ingreso de una sociedad en casi todos los países, sean ricos o pobres, grandes o chicos, democracias o dictaduras, tengan o no recursos naturales, un buen nivel de educación o de gobernabilidad”.
Palma afirma, según sus estimaciones, que aunque América Latina es más desigual que las naciones nórdicas, la diferencia no es qué absorben los sectores medios, en todas partes más o menos la mitad, sino cómo ricos y pobres se distribuyen la otra mitad de la riqueza. En Latinoamérica el 10% más rico se lleva el doble que en las sociedades nórdicas, al 40% le toca migajas. En consecuencia el Índice Palma muestra no la apropiación de una mitad de la “torta” sino la relación entre lo que absorbe el 10% más rico con relación al 40% más pobre de la otra mitad y ahí, concluye, “es donde existe la desigualdad”.