Reconciliación reformista

Reconciliación reformista

Así como políticos y poderes fácticos estimulan reconciliación entre PRD-PRM alrededor de candidaturas legislativas y municipales, hay más razón de propiciarla en el reformismo: Porque ya el PRSC está considerado por la ciudadanía, según encuestas, fuera del escenario presidencial, siendo la única corriente política que ha postulado y practicado la imprescindible fiscalidad superavitaria que sustituya la deficitaria que amenaza la sostenibilidad de nuestro desarrollo hace 14 años. Y por ser Balaguer testimonio de reconciliaciones.

Balaguer fue artífice de reconciliaciones nacionales y partidarias. Lo fue de la reconciliación nacional después la guerra fratricida de 1965. Destacados reformistas como Augusto Lora y Fernando Álvarez escindieron el reformismo – con MIDA el primero y asumiendo Unión Democrática el segundo – para luego reconciliarse y contribuir al triunfo en 1986. Donald Reid, triunviro en 1964 opuesto a Balaguer como candidato en elecciones que organizaría, fue llamado por éste para reorganizar PRSC y contribuir a dicho triunfo. Elías Wessin, contra-revolucionario en 1965, acusado de conspiración por Balaguer en 1972, fue designado posteriormente por éste Secretario de FFAA. Carlos Morales se desprendió del PRSC en 2004 para volver como Presidente.

Las reconciliaciones no son exclusivas del PRSC: el vicepresidente de la República 2004-2012 había sido expulsado por el PLD. Peña Gómez forma el Bloque Institucional Socialista en los 80 para luego soltarlo y consagrarse al PRD.

La reconciliación reformista, imprescindible para recuperar su posicionamiento, es imperativa para el interés nacional, al ser la única corriente política cuya praxis es opuesta a la fiscalidad deficitaria provocada por el exceso de gastos que los demás partidos exaltan y practican.

Esta práctica ha consumido recaudaciones, originado endeudamiento excesivo, incapacidad de inversión con recursos propios indispensable para satisfacer necesidades de sectores desfavorecidos. Ha estimulado economía rentista-especulativa contrapuesta a la productiva generadora de puestos de trabajo.

Corregir estas consecuencias requerirá ajustes económicos potencialmente atentatorios contra paz y orden públicos; más dolorosos y costosos en la medida que demoren.

De allí lo impostergable en recuperar la fiscalidad superavitaria-excedentaria consustancial a las gestiones reformistas; permitiendo ahorro interno para efectuar inversiones y preservar nuestra soberanía e identidad, instituir incentivos a favor de la producción, alcanzar crecimiento económico adecuadamente distribuido medido por indicadores como el empleo y distribución de la riquezas cuyos resultados no han podido mejorar los alcanzados hasta 1996 cuando el reformismo tuvo que abandonar el poder dejando un ritmo satisfactorio de superación de condiciones sociales de vida evidenciados en Índices de Desarrollo Humano del PNUD.

Solo un reformismo fortalecido con la reconciliación, como oposición individual o gobernando aliadamente con incidencia, puede ofrecer respuesta adecuada a las amenazas originadas en la fiscalidad deficitaria que nos agobia.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas