Muy oportuna ha sido la declaración del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), oficialista a contar del venidero 16 de agosto, en el sentido de que no respalda proyecto alguno que trate de regular la prensa dominicana.
La declaración peledeísta se produce como reacción a la presentación de dos proyectos por parte de un diputado de su agrupación. Uno de esos proyectos establece la centralización de la publicidad gubernamental, dirigida por un supra organismo que sería creado, aumentando así una burocracia que cada día más se hipertrofia y aumenta las cargas fijas del Estado.
El otro proyecto obliga a los medios de comunicación electrónicos a transmitir, completamente gratis y con textos suministrados por el gobierno, un minuto de publicidad por hora, de cuestiones atinentes a la salud y a la educación. A los periódicos los obligaría a publicar cintillos también facilitados por el gobierno.
En una forma más que demagógica, en uno de los proyectos, como para ganar respaldo, se ofrece un caramelito envenenado: otorgar el uno por ciento del producto de la publicidad oficial al Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
Muy bien ha hecho el PLD, como partido, en marginarse de los adefesios presentados por uno de sus legisladores.
[b]Oportuno[/b]
Santo Domingo acaba de ser la sede de un congreso internacional que reunió a más de treinta líderes centroamericanos y caribeños de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Esos líderes se congregaron para la realización del primer simposio internacional del vivangelismo.
No hay duda alguna de que la celebración de ese evento en tierra dominicana es un reconocimiento a la existencia de un clima de libertad de cultos.
Durante cinco días los adventistas se reunieron en un hotel de esta ciudad y culminaron su simposio con una gran concentración en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Los dirigentes de los adventistas dominicanos expresaron su satisfacción por el triunfo de la junta y se mostraron confiados en que los jóvenes dominicanos estén conscientes de la necesidad de producir cambios en la sociedad, cambios que se dirijan a mejorar el país en todos los órdenes.
Señalaron, para satisfacción de todos, que persiguen que la juventud produzca las modificaciones de lugar en los centros de trabajo, en las escuelas, pues cada vez el país más reclama de hombres y mujeres fieles «a los principios de Dios, de la familia y de la sociedad».
Mucho nos alegra que el país fuera sede de un congreso internacional como el citado, y más nos alegra saber que en momentos tan difíciles como los que vive la nación, los dirigentes religiosos se empeñan en mejorar, cada vez más, la vida espiritual de los ciudadanos.