Reconocen precariedades sufren alistados de la Policía

Reconocen precariedades sufren alistados de la Policía

POR UBALDO GUZMÁN MOLINA
Los rasos de la Policía tienen que ser genios para alimentar a sus familias y subsistir con el sueldo de RD$3,200, afirma en un libro el general Juan Tomás Taveras Rodríguez, encargado de la Policía Comunitaria.

“Redefinición del rol policial”, un libro que será publicado próximamente, expresa que los sueldos “son pobres” en la Policía y es amplia la brecha entre el salario más elevado que es de RD$51,993 del jefe de la Policía y el más bajo de RD$3,177, que devenga el asimilado.

Los salarios brutos, según los rangos, son los siguientes: mayor general RD$40,439; general de brigada RD$21,113; coronel RD$13,196; teniente coronel, RD$12,537; mayor RD$10,557; capitán RD$9,238; primer teniente RD$7,257; segundo teniente RD$6,598; cadete RD$5,559; sargento mayor RD$5,338; sargento RD$4,169; cabo RD$3,914 y raso RD$3,558.

A su juicio, existe desproporción en los beneficios recibidos por indemnizaciones y pensiones. El policía, señala, está sometido al cumplimiento de largas jornadas laborales que no les proporcionan oportunidades de avanzar más allá de la sobrevivencia.

Los policías «no tienen incentivos de ningún orden en la escala institucional, salvo aquellos que han unificado sus esfuerzos para procurarse un bien particular en oposición con las normas y los buenos principios policiales», plantea.

Taveras Rodríguez, quien estudia Derecho y Comunicación Social, dijo que los policías demandan estabilidad social, protección de un seguro de vida que se corresponda con el riesgo que viven, salud física y mental, plan de vivienda, retiro digno, preparación académica, pago de horas extras, vacaciones anuales pagadas y recreación sana.

Favoreció el establecimiento de programas permanentes con evaluaciones frecuentes a corto tiempo, especialmente con sicólogos y siquiatras.

Expresa que en la Policía no existen instalaciones ni programas de educación física y recreación que garanticen el esparcimiento y descanso, lo que no prevé el proceso de reforma institucional.

Plantea que para alimentación se asignan mensualmente RD$240 por cada policía.

Señala que los diferentes beneficios (atenciones especiales, recursos logísticos, vehículos, computadoras, muebles, armas, aparatos de comunicación y suministro de materiales gastables) son distribuidos y designados a discreción de los incumbentes que dirigen de forma irregular y en violación a las normas institucionales, «favoreciendo a unos pocos en las posiciones de poder que conforman los anillos de corrupción».

Se quejó de que se carece de designaciones equitativas del personal que trabaja como apoyo, como chofer, servicio de seguridad personal y de las residencias. En el libro se describen las precariedades en que se desenvuelve la vida del policía.

Expresó que es necesario crear las condiciones, dentro del reglamento que se elabora para la aplicación de la ley orgánica, que garanticen las prerrogativas de beneficios equitativos y comandantes que erradiquen el descuido en cuanto a justicia social mantenida en la institución.

«La preocupación de los jefes de la Policía Nacional para mejorar o dignificar la calidad de vida de los miembros de la institución debe estar centrada en priorizar las responsabilidades de su gestión en favor de planificar el provecho personal en cada uno de los miembros de manera institucional, en lugar del suyo propio», sostiene.

Lamentó que en el siglo XXI se carece de una instancia o mecanismo que garantice la imparcialidad en la protección de los derechos y prerrogativas de los policías.

Consideró que debe crearse un mecanismo de coacción que forme parte del reglamento para la aplicación de la nueva ley encargada de la evaluación de los recursos humanos por desempeño y que tome en cuenta los reconocimientos como incentivo.

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