Reconocer el trabajo arduo y la honradez

Reconocer el trabajo arduo y la honradez

La esmerada labor
por estos premios

Buenas noches
Señoras y señores de la directiva de la Fundación Corripio
Señores galardonados
Distinguido público
Señoras y señores, amigos todos
En esta ocasión tan especial queremos dar las gracias a tantas personas que trabajan con esmero para que estos premios puedan llevarse a cabo. En la Fundación Corripio, a Pilar Albiac, don José Alcántara Almánzar, don Jorge Tena Reyes, a los distinguidos miembros del jurado de las diferentes categorías, y sobre todo a nuestros galardonados, que con su obra y ejemplo hacen más esperanzada y más rica la existencia humana. A todos les damos nuestras más cordiales felicitaciones. Asimismo, a todos los que han querido acompañarnos para engrandecer esta celebración, nuestra gratitud más profunda.
Ha transcurrido casi una década desde que comenzamos a celebrar, llenos de esperanza, este solemne acto para reconocer y rendir homenaje a quienes se sacrifican por hacer un mundo mejor. Son profesionales competentes, personas que han puesto al servicio de los demás sus conocimientos, experiencias y trabajos de investigación y de creación en distintas disciplinas de las ciencias sociales, las ciencias naturales, el arte y la comunicación.
Hasta ahora, esa esperanza sigue viva al constatar que nuestros premios continúan siendo hoy una realidad estimulante al esfuerzo del intelecto y el trabajo bien realizado. Es por eso que queremos mantenerlos vigentes como estímulo e inspiración, pues todos necesitamos referentes profesionales y morales a los que admirar.
Nuestros galardonados son el bien más preciado de nuestra fundación. Son personas e instituciones convencidas de que con trabajo arduo, honradez y generosidad, se pueden alcanzar las metas más difíciles. Hoy les queremos reconocer sus méritos y el valor de sus aportes.
Este año, los galardonados con los premios Fundación Corripio son tres instituciones y dos personalidades de nuestra cultura a los que deseo referirme brevemente:
• La Fundación Sur Futuro, Inc. obtuvo el Premio de Ciencias Sociales y Jurídicas, categoría: «Ecología», por su extraordinaria labor de múltiples facetas en una región cuyos habitantes son personas trabajadoras pero con grandes necesidades de todo tipo. Su presidenta, la señora Melba Segura de Grullón, ha puesto talento y dedicación sin desmayo para desarrollar proyectos importantes de desarrollo en el Sur, que son bien recibidos y muy valorados por todo el país.
• El Instituto Dermatológico Dominicano y Cirugía de la Piel «Dr. Huberto Bogaert Díaz» – Premio Ciencias Naturales y de la Salud, categoría «Medicina», ha venido realizando a través de los años un trabajo de inestimable valor en el campo de la medicina, con resultados encomiables en la especialidad de la dermatología y la cirugía de piel, que lo han hecho merecedor de este galardón.
• Don Salvador Pérez Martínez – Premio Arte, categoría: Teatro (Actuación), constituye una leyenda viva del teatro dominicano contemporáneo, con una trayectoria extensa y variada, y ha encarnado múltiples papeles de las más diversas obras teatrales de nuestro país y del mundo. Su presencia en las tablas ha contribuido a dignificar el teatro dominicano.
• Doña Ángela Peña – Premio Comunicación, categoría: Periodismo (Investigación Social), es una notable periodista e historiadora que durante décadas ha venido realizando una encomiable labor de investigación y difusión de nuestros valores históricos; una paciente y tesonera labor de búsqueda y entrevistas sobre el pasado de nuestras figuras señeras, nuestras calles, y un sinnúmero de aspectos de la historia contemporánea.
• El Centro Sopena, Premio Familia Corripio Alonso, por su invaluable labor social y educativa reconocida por el INFOTEP, y que está consagrada a las personas de escasos recursos que no han podido concluir sus estudios, a la educación técnica, a la alfabetización de jóvenes.
Señoras y señores:
Como han podido percatar en mis palabras, servicio es el tema central que resume las actividades y experiencias de estas cinco instituciones y personas reconocidas esta noche.
Quiero invocarla de nuevo al agradecer a nuestros galardonados su presencia en este acto, pues con sus vidas y sus obras, nos hacen sentirla desde lo más hondo. Ellos simbolizan el anhelo de solidaridad que está presente en nuestros premios.
Por esto, deseo concluir mis palabras con una cita de una mujer incomparable que puso su vida al servicio de los demás, Santa Teresa de Calcuta, quien dijo:
“El que no sirve para servir, no sirve para vivir”
Buenas noches y muchas gracias.

Santo Domingo, 18 de octubre de 2016.
Compromiso para
seguir trabajando

En el año 2007, don José Luis Corripio Estrada, presidente de la Fundación Corripio Incorporada, tuvo la feliz iniciativa de instituir los premios que esta noche nos convocan, con el propósito de ampliar el reconocimiento a notables figuras de las ciencias y las artes de nuestro país, y que en el pasado quedaba circunscrito al ámbito de las letras, a través del Premio Nacional de Literatura, cuyo otorgamiento se realiza desde hace un cuarto de siglo. Durante un tiempo fueron cuatro premios, y fue justo el año pasado cuando se añadió un quinto, con el nombre de la familia Corripio Alonso, otorgado a discreción de sus integrantes.

Esta noche, con la honrosa compañía de todos ustedes, a quienes damos la más cálida bienvenida, y la grata presencia de los miembros de la Familia Corripio, los directivos de la fundación y los ganadores de este año entregamos los galardones con la satisfacción del deber cumplido y el orgullo de distinguir a los mejores entre los buenos. Por eso quiero, en nombre de la Fundación Corripio, expresar nuestras más sinceras congratulaciones a las personalidades e instituciones con sobrados méritos profesionales y éticos, que dentro de poco recibirán sus preseas. ¡Felicitaciones a todos!

Los resultados de esta noche no habrían sido posibles sin la participación capaz y responsable de los ilustres miembros de los distintos jurados, que actuaron en plena libertad de acción para tomar sus decisiones, y quienes han dado muestras de sus acertados juicios, por lo que la Fundación Corripio les expresa su más sentida gratitud.

Un premio, apreciados amigos, es siempre un bien muy codiciado que genera en quien lo recibe una sensación de júbilo, y provoca emociones que van de la alegría al llanto, de la sorpresa a la excitación, del desconcierto a la plenitud. Pero un premio no siempre llega cuando más se lo espera. A veces no llega nunca, aun con méritos para merecerlo; y en contadísimos ejemplos, el ganador incluso lo ha rechazado. De ahí que resulten curiosos, aunque comprensibles, los casos de grandes figuras del arte internacional que se han negado a aceptarlo en su momento, como ocurrió con Jean-Paul Sartre cuando en 1964 desdeñó, por razones ideológicas, el Premio Nobel de Literatura; o el desaire de Marlon Brando a los Óscar en 1973, cuando le fue conferido como mejor actor por su extraordinario papel en la primera parte de El Padrino.
Sea como fuere, un galardón es una circunstancia dichosa que marca un hito en la trayectoria de alguien. Es un triunfo en el que entran en juego muchos factores, incluida la veleidosa suerte. Por eso, más que como un acto de justicia, un premio hay que recibirlo con los brazos abiertos, como una especie de bendición, por todo lo que significa para el prestigio de su receptor, amén de la gratificación económica que lo acompaña, y que en el caso de los Premios Fundación Corripio cada año es posible por el consistente mecenazgo de un empresario de gran visión que tiene muy claro su papel en el seno de nuestra sociedad.
Pero también, y no menos importante, un premio es un compromiso a seguir trabajando según los mejores estándares de calidad, con fe y tesón, sin olvidar un minuto que una institución, un hombre o una mujer galardonados se convierten en paradigmas de conducta y desempeño profesional que la juventud tomará como referentes indiscutibles en su accionar.

Mi convicción es que hay que seguir adelante, sin desmayo, investigando las verdades de la historia y trabajando por el desarrollo científico y las comunidades más necesitadas del país, y evocar como enseña inspiradora aquellos endecasílabos del célebre soneto de Lope de Vega, tan antiguo y tan actual, que dice:

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Los grandes méritos
de los galardonados

Señor don José Luis Corripio Estrada, presidente de la Fundación Corripio, y su señora esposa, doña Ana María Alonso de Corripio.
Apreciados miembros de la familia Corripio Alonso.

Distinguidos galardonados y representantes de las instituciones premiadas.

Distinguidos miembros del jurado.

Amigos y amigas,

Debo confesarles que me siento ligeramente asustada ante esta misión de hablar en nombre de figuras de la talla de Ángela Peña, de Salvador Pérez Martínez, o de instituciones emblemáticas de nuestra sociedad, como son el Instituto Dermatológico Huberto Bogaert y el Centro Sopena.
Por eso, les pido un poco de simpatía y de indulgencia con esta servidora, que hará lo mejor posible para condensar en unas breves y sencillas palabras toda la esencia contenida en la pasión, el amor por esta Patria, la bondad y la fe en el ser humano, presentes en cada una de las historias de vida de mis compañeros de premiación esta noche, para convertirlas en un amable gesto de agradecimiento de ellos y mío.
Quiero entonces, abrir en esta majestuosa sala un brillante arcoíris de gratitud y pintar en sus colores las comunidades más alejadas del país que pudieron ver por primera vez en sus vidas una obra de teatro gracias al Teatro Rodante.
Voy a colocar en sus colores a los niños y niñas que padecen graves enfermedades de la piel y que se benefician del programa Abrazo Solidario del Instituto Dermatológico Huberto Bogaert.
En los colores de mi arcoíris, también está el periodismo de Ángela Peña, amante de la verdad y sin concesiones para las dictaduras, que rescató del olvido las historias de tantos hombres y mujeres anónimos con sus trabajos sobre los nombres de las calles y sus crónicas en la prensa dominicana.
Y el trabajo del Centro Sopena, que es un oasis que ha llenado por más de veinte años de colores y progreso toda la geografía nacional con capacitación y formación en valores para los más necesitados en lo material y en lo espiritual.
Aquí también está el verde de la esperanza, llevado al campo de los agricultores olvidados, donde se produce el agua y los alimentos que consumimos. Pero, ¿es que podemos pedirles que cuiden la naturaleza, olvidándonos que viven en la extrema pobreza? Por eso hemos impulsado programas que les permitan aumentar sus ingresos a cambio de reforestar y proteger los nacimientos de los ríos; creando oportunidades a mujeres y hombres para formar microempresas a cambio de prácticas responsables con el medio ambiente; educando a las nuevas generaciones para que en lo adelante su forma de vida sea amigable con la naturaleza y se garantice el medio ambiente del futuro de nuestro país.
Pasa a la página siguiente.

Viene de la página anterior

Y quiero hacer de este arcoíris de humanidad un camino de luz para hacer llegar desde aquí a la Fundación Corripio, a la familia Corripio, y a don Pepín Corripio, nuestra más sincera expresión de ¡!!Gracias por estos reconocimientos!!!
Para ellos les pido un fuerte aplauso.
Vaya también un agradecimiento especial a los miembros del jurado del Premio, y a José Alcántara Almánzar, por su compromiso y por considerar nuestros trabajos como merecedores de este alto reconocimiento.
Este agradecimiento viene acompañado de nuestra promesa de no cansarnos, de seguir tocando puertas y corazones hasta que las oportunidades de estudio y trabajo estén abiertas para todos los jóvenes, hasta que todos los niños, niñas, hombres y mujeres disfruten la plenitud de sus derechos y responsabilidades con equidad, hasta que nuestro medio ambiente se recupere de los daños que le hemos ocasionado creyendo que nuestro país era “inagotable”.
Esta época en que vivimos no tiene todavía un nombre definitivo en la historia, como lo tienen otras, por ejemplo aquel maravilloso periodo que llamamos el “Renacimiento”.
El osado autor polaco Bauman ha definido nuestra época como la “modernidad líquida”. Con esto, quiere decirnos que hemos perdido el asombro, que nos hemos acostumbrado a ver que todo pasa, que nada importa, que no hay valores firmes, y que las varas para medir la conducta humana se disolvieron ante la violenta expansión de la tecnología y la dominación de un consumo irreflexivo.
Pero no es así, no estoy de acuerdo con definir esta época como algo blando ni flexible, sino todo lo contrario.
Si algo caracteriza esta época, según mi punto de vista, es la dureza, la terrible dureza de los corazones detenidos, la de los callos en el alma, la de los pechos petrificados, la de la indolencia de hielo ante el sufrimiento de seres humanos condenados al abandono en su miseria y dolor innecesarios a causa del irrespeto de sus derechos humanos.
Y es aquí que resalta la grandeza de los Premios Corripio para impedir que este desierto espiritual lo cubra definitivamente todo, que nos deje sin memoria, sin ejemplos, sin metas humanas que van más allá de cumplir con una obligación o ejercer rutinariamente una profesión.
Muchas gracias a la Fundación, a la familia Corripio y a su ejemplar patriarca, don Pepín, por esta iniciativa y por estar siempre al alcance de todos, ahora más que nunca con su cruzada de lecciones, diálogos y revelaciones, entregando a la sociedad sus sabios consejos de manera espontánea y hasta encantadora, tejiendo sin mucho ruido esa esperanzadora y hermosa telaraña que es la construcción de un mundo mejor.
Reconocimiento es desprendimiento, es entrega. Y ustedes lo hacen tal cual la enseñanza de José Martí, cuando nos dijo: “la virtud es callada, en los pueblos como en los hombres”.
Muchas gracias.

 

Publicaciones Relacionadas