Recordando a Francis Caamaño

Recordando a Francis Caamaño

A Caamaño, el Combatiente.

Llegaste,  Coronel, cuando nadie te esperaba/ como llegan los héroes, sin aviso/ El pueblo no escuchó tu clarinada/ y hoy partes solo, ungido al infinito. / Caíste Coronel de Abril eterno/segado por el plomo fratricida/absorto el pueblo no creyó tu muerte/ el crimen perpetrado en Nizaito. / Te marchas Coronel, pero te quedas/ perpetuado por siempre en su memoria/nos dejas el recuerdo de tu historia/ olores de primavera y caracolas. /

II. Ofrenda.  

La mar está embravecida/a una hora temprana un hombre/ prematuramente encanecido marcha solo/  hacia la tumba del Caído/ El hombre llega al lugar insólito/ lleno de plegarias y de asombros/

“La primera piedra dice, a su paso, la multitud ausente/ “No, la primera flor” contesta callado el hombre sonriente/ y sigue imperturbable su camino/ en su andar taciturno y cansino/

A su lado, las olas, descontroladas y violentas/ chocan y se estrellan contra el rompeolas absurdo/ que desafía su furia inmensa/ cansadas de tantas injusticias y  tanta espera/.

El hombre se detiene un instante y piensa/ piensa en  el Caído y en su epopeya/ un día como hoy cayó abatido/fusil en mano, esperanza abierta/ los aires esparcieron su dolor por las montañas secas/ de no ver redimidos a su pueblo y a su tierra/

El hombre musita ahora una oración callada/su cuerpo se entrecoge, se estremece/ se siente en empequeñecer ante aquella gesta/ante el glorioso Coronel que nada espera.

‘Su tumba no está aquí, más qué importa/ ¡los héroes no tiene cubertura en la tierra!/ y deja caer su flor que las olas/ recogen dulcemente/

El hombre torna su paso/se vuelve lentamente y al volverse/ ve su flor triunfante convertida/ en Trinitaria verde/  

Resuelto, desafiante, ahora presuroso, el hombre avanza/ mil gotas de sal cubren su frente/ allá la multitud le espera, inmóvil, sonriente/ “la primera flor”, grita a su paso/ “No, ¡la Primera Piedra!”. / contesta hosco, y sigue su camino solitario y silente. /

Las lágrimas del mar se confunden con su lágrima doliente/ mientras, llevada por las olas, a empujones,/ la flor de la ilusión desaparece.

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