Recordando a Hamlet en una efímera sociedad de ilusiones

Recordando a Hamlet en una efímera sociedad de ilusiones

Teófilo Quico Tabar

A principios del gobierno de Don Antonio Guzmán, se designó una comisión del Consejo Estatal del Azúcar para visitar a Cuba y ver el proceso de industrialización de los derivados de la caña, correspondiendo a una invitación del ICIDCA.
A dicho viaje fuimos: Mario Morera, Manuel de Ovín Filpo, Manolín Báez y Fantina, César Polanco y Micaela, y yo con Zoila. En ese entonces no había vuelos directos a Cuba. Lo hicimos a través de México, donde se encontraba Hamlet Hermann, quien nos esperó, acompañó al hotel y dio varios consejos para hacer el viaje más provechoso. Ese día, precisamente se produjo un fuerte terremoto en Ciudad México.
Conocía a Hamlet, pero nuestras relaciones se estrecharon más a través de su entonces cuñado Mario Morera, hermano de Carmen Rita su primera esposa. En esa oportunidad, en México, me habló Hamlet de un proyecto que tenía en mente.
Pasado el tiempo, a principio del 1996, me visitó Hamlet para recordarme que estaba formando la compañía Ignito, la cual tendría entre otras especialidades, dedicarse al estudio y dragado de las desembocaduras de los ríos, donde se depositan grandes cantidades de materiales como arena y cascajo, que no solo contribuirían a mejorar su caudal, sino para aprovechar dichos sedimentos para la construcción, y así tratar de disminuir los dragados indiscriminados de los ríos. Me propuso formar parte como Vicepresidente de dicha compañía.
Conversando sobre el tema, le advertí sobre los grandes intereses que se movían detrás de dicho negocio, pero me dijo que tenía ciertos asuntos adelantados. Que no me preocupara por la parte técnica, porque mi participación sería administrativa y gerencial. Además, me entregó algún material para que lo estudiara. En principio acepté formar parte de la misma.
Cuando iniciábamos las actividades, visitamos varias dependencias del Estado tratando de explicar las ventajas del dragado y del aprovechamiento de los depósitos acumulados para la construcción. Pero un día me llamó Hamlet, y sentados en su casa frente al Palacio Nacional me dijo que Leonel Fernández, quien había ganado la presidencia, le propuesto hacerse cargo de una entidad que se denominaría AMET, por lo cual entendía que yo tendría que hacerme cargo de dicha empresa.
Le advertí que al asumir ese cargo ya él no tendría tiempo para nada particular, porque sabía lo que significa ser funcionario estatal entregado a sus labores, y que el proyecto tendría que esperar hasta que finalizaran sus funciones, por lo cual no podía asumir esa responsabilidad.
No volvimos a hablar de Ignito, pero durante su estadía en AMET y luego de su salida, cuando nos visitábamos o reuníamos con amigos, siempre recordaba las advertencias que le hice; sobre los intereses envueltos en las actividades de dragado y extracción de arena.
Los intereses que se mueven, eran y siguen siendo demasiado grandes y además envueltos en nebulosas. Hamlet tenía razón cuando expresaba que él y yo fuimos socios, pero más que de una empresa, de una ilusión. Lo recuerdo hoy, porque me habló de eso en México, nuevamente sacudido por otro temblor.

Publicaciones Relacionadas