Recordando a Maquiavelo

Recordando a Maquiavelo

No se puede esperar en las democracias que observen la menor gratitud.

Quien se presenta como un estorbo, lo que es lo mismo un posible rival, lo eliminan y lo sacan del circulo. Basta con recordar a De Gaulle, que al llegar al poder se desligó de su amigo que lo ayudó a regresar a la cima, como si hubiera sido su eterno rival y hasta a Pompidou trata de hacer lo mismo, aunque fracasó. Por eso sostengo que Maquiavelo sigue vigente.

Aquí sobrarían los ejemplos, desde Trujillo con don Horacio Vásquez hasta Balaguer con Augusto Lara, Leonel con Danilo y muchos otros más que han ostentado el poder. Es que los políticos no son prisioneros de los sentimientos duraderos y por lo regular se muestran olvidadizos con respecto a los servicios que reciben, aún cuando su imagen se disminuya. Es que al político, y más al dominicano, le gusta mucho aparecer como el más temible. Por eso, la mayoría de las veces sue1e decir que las elecciones se ganan comprando la defección en los partidos, sean grandes o pequeños y, por eso, las alianzas no duran largo tiempo, porque los ideales no cuentan.

Hay que tomar decisiones según las circunstancias y las c1ases de hombres y mujeres. Es que las re1aciones de fuerzas cambian. El precio de la victoria no engendra odios sino sumisión, y en eso Napoleón era un maestro, porque era demasiado grande para poder sentir odio: seducía, pero sin olvidar nada. Parece o, mejor dicho, es verdad que nadie está por encima del líder, quien se atreve a destacarse lo fulminan con desprecio y abandono. En la lucha por el Poder cualquier estilo, hasta e1 más insignificante, cabe en el discurso, hasta con hacerse querer.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas