Recordando a María Elena

Recordando a María Elena

Al comenzar los años 80 me trasladé a Santiago, la bella y acogedora ciudad norteña, con el propósito de coadyuvar al desarrollo de un incipiente proyecto periodístico.

Acompañaría a mi colega y hermano Huchi Lora en el primero de dos serias iniciativas editoriales. Tuve el privilegio de que se me acogiera como munícipe huésped.

A mi casa llegó – no recuerdo en qué circunstancias – una jovencita de la comunidad de Carlos Díaz, Tamboril, pobladito del que hablaba con entusiasmo.

María Elena daba muestras fehacientes de laboriosidad, y se explayaba encomiando los cultivos que mantenía su familia en esa zona rural, de la que procedía y venía cada lunes a nuestro hogar.

La recuerdo trayendo de regreso a mis hijos, cruzando la autopista, acompañando a los muchachos desde el colegio.

Evoco su nombre y figura al pensar en la tragedia que ha representado para las 70 familias de esa comunidad cibaeña la furia de la naturaleza, que la ha borrado del mapa.

Nos conforta que las lluvias de hace tres semanas, y los deslizamientos de tierra que las fallas geológicas causaron, no provocaran desgracias mayores.

El gobierno ha actuado con tacto al disponer la clausura del pobladito y el traslado de esos dominicanos afectados.

No hemos vuelto a saber de María Elena desde aquellos tiempos. Hoy debe ser una emprendedora dominicana y madre amorosa, y así pueda continuar aportando a su país.

Confío en que el Estado realizará cuantos esfuerzos se requieran, para que la gente de Carlos Díaz y Canca supere los traumas de la tragedia.      

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