Hoy hace 71 años del sentido fallecimiento de la “Reina del Technicolor” del Hollywood de los años 40, nuestra María Montez.
Es justo reconocer que gracias a la carrera cinematográfica de la eximia actriz nacional, una de las “más aceleradas triunfales y breves” del séptimo arte, la República Dominicana forma parte de la historia del cine desde la década de 1940.
Se puede asegurar que la más trascendental herencia que dejó nuestra María Montez a su muerte fue su gran hazaña de haber conquistado el estrellato a los 28 años, pese a que como sostuvo Arturo Rodríguez, no venía de un pequeño pueblo estadounidense como Ava Gardner, ni tenía la experiencia previa del “Music Hall” o de “Broadway”. Simplemente llegó de un pueblo de República Dominicana, Barahona, un tanto alejada del glamour del Hollywood de entonces, donde pasó los primeros veinte años de su vida.
El éxito de María Montez como actriz se debió sin duda a sus excepcionales atributos físicos, a su brillante inteligencia, a su firme voluntad y sobre todo a su seguridad en sí misma. Ella fue una efectiva autodidacta y sin lugar a duda, una gran soñadora.
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La meta alcanzada
Siempre tuvo clara su meta de ser una estrella de cine. Ese fue su anhelo desde su más tierna infancia y perseveró hasta alcanzarlo en 1942, en Hollywood, cuando actuó bajo contrato para la Universal Pictures como protagonista de “Arabian Nights” (de John Rawlins), rodada en technicolor, que le mereció desde esa época el título de la “Reina del technicolor”, por lo impactante que resultó su hermosa imagen en la entonces nueva técnica como se ha señalado en múltiples publicaciones, en diversos idiomas.
Más adelante, en 1948, luego de protagonizar su última película estadounidense “Siren of Atlantis” (“United Artists”) bajo la dirección de Gregg C. Tallas y Arthur Ripley, la Sirena de Hollywood, como fue llamada María Montez por su escultural figura, toma la trascendental decisión de trasladarse a Europa junto a su familia, su esposo, el actor francés Jean Pierre Aumont; su pequeña hija María Christina y dos de sus hermanas (Ada y Luz).
Poco tiempo antes de tomar tal decisión, María Montez ya había conquistado fama mundial como la protagonista de una serie de películas rodadas en Technicolor en Hollywood, que todavía hoy siguen siendo las más conocidas de su carrera en el cine.
En París, la estrella dominicana se iba a encontrar con Teresita, otra de sus hermanas que llegaría directamente desde Santo Domingo. Más adelante esta joven se destacará como modelo de la revista Vogue.
En Los Ángeles se encontraban aún dos de los hermanos Gracia: Consuelo (de Carter) y Jaime, ambos habían logrado ejecutar algunos papeles no estelares en filmes hollywoodenses. En efecto, desde su llegada a París, María Montez tiene la oportunidad de ofrecer las mejores actuaciones de su carrera, por lo cual recibió los mejores elogios de la crítica cinematográfica, tal como ocurrió con el filme francés “Portrait d un Assassin”, de 1949, del director Bernard Roland y en la película italiana “Il Ladro di Venezia”, dirigida por John Brahm, rodada en 1950. Esta última fue considerada la mejor actuación de toda su carrera.
Su inesperada muerte ocurrida en París, el 7 de septiembre de 1951, a los 39 años, es una situación que todavía hoy no se ha esclarecido en su real magnitud. Su deceso ocurrió en el curso de un baño caliente (45º Celcius)”, que era un ritual que la artista acostumbraba a realizar para preservar su figura desde que se iniciara como actriz de cine en Hollywood a comienzos de los años 40.
Lo sucedido a la actriz aquel funesto 7 de septiembre afectó profundamente a su esposo, el destacado actor francés Jean Pierre Aumont, a su madre, doña Teresa Vidal viuda Gracia, que vivía en la República Dominicana; a sus hermanos y sobre todo a su hija María Christina (Tina Aumont), entonces una criatura de apenas 5 años de edad.
La incansable actriz, nacida en Barahona en 1912 como María África Gracia Vidal, al sorprenderle la muerte, no tuvo tiempo de culminar los proyectos con los que se había comprometido. María Montez se encontraba en pleno apogeo de su carrera cinematográfica, por lo cual su trágico fallecimiento generó gran conmoción a nivel mundial, convirtiéndola en uno de los mitos del legendario Hollywood.
La autora de este reportaje escribió la obra “María Montez, su vida” (Edición especial conmemorativa del centenario de su nacimiento).