Recordando a un genio en su natalicio

Recordando a un genio en su natalicio

Hoy sábado se cumplen 118 años del nacimiento del doctor Miguel Canela Lázaro, que con su tesón y su sabiduría escribió páginas indelebles de sabiduría en las ramas de las ciencias que incursionó tanto aquí como en París.

Nacido en Salcedo en 1894 el doctor Lázaro tuvo de progenitores a un dominicano de ascendencia china y a una dama española en cuyo hogar se desarrollaron esas inquietudes tan precisas del genio que le llevó a incursionar por las cordilleras del país y se sumergió en las honduras del cuerpo humano, aportando valiosos conocimientos como fue el descubrimiento en París en 1931  del ligamento peroneo-astrágalo-calcáneo, bautizado con el nombre Rouviere-Lázaro pese que fue a este último quien le cupo la gloria de tal descubrimiento, pero la humildad innata del científico dominicano lo empujaba  siempre  a relegar  su nombradía en favor de compañeros.

Gracias a la excelente biografía que escribió un gran científico dominicano y mejor expositor  Don Antonio Zaglul, que me llegó a mis manos a través de la cortesía de un gran amigo, Frank Núñez, el de plaza Jacaranda de Bonao, esta admirable vida de un dominicano ilustre, que no es bien conocido en el país, ni tampoco se le han otorgado los reconocimientos que su apasionada vida de investigador y científico  de fama mundial aportó  a sus semejantes.

Fue un enamorado de nuestras montañas y en el alpinismo el doctor Lázaro  llevó a cabo un intenso peregrinar investigativo por esas formaciones geológicas,  descubriendo los secretos de la flora y configurando y describiendo  los relieves orográficos de las cordilleras. Fue uno de los primeros que en juventud  protestó  por la masacre la operación de los aserraderos comenzaban a cometer en contra de los bosques de las  sierras que la transformaban paulatinamente en pajonales.

El doctor Lázaro puso toda su pasión a estudiar  la flora dominicana y en un momento dado conservaba miles de muestras de las más variadas especies, las cuales se deterioraron por ataques de parásitos, sin poder concluir sus investigaciones. Pese a que él era un hombre muy solitario, compartió con  los profesores Juan Bautista Pérez Rancier y Antonio de Jesús Marcano sus pasiones comunes por la ecología del país y en conjunto llevaron a cabo grandes periplos por las montañas, estudiando  e investigando la flora y geología.

Sin embargo la etapa más brillante de la vida del doctor  Lázaro se inició  cuando se trasladó a París para ampliar sus conocimientos médicos, que previamente los había puestos en práctica en San Francisco de Macorís y Salcedo. Pero en Francia alcanzó su consagración como científico  y en un medio tan difícil como el francés,  que le cierra las puertas a los extranjeros y tiene que ser una mente brillante para ser aceptados en  esa parejería natural de los galos.

Y el doctor Lázaro no solo hizo el aporte de descubrir el ligamento en el área del astrágalo, sino que sus estudios  sobre los casos de  tuberculosis renal lo insertó en el mundo científico europeo, donde se le quiso disuadir cuando anunció que retornaba a su país,  cuando estaba en la cumbre de su gloria como científico.

Miguel Lázaro regresó al país impulsado por la muerte de su novia francesa en uno de los bombardeos de los alemanes en la II Guerra Mundial, y en el país se consagró en ayudar a su familia,  su más preciado tesoro. Murió el primero de diciembre  de 1977 y fue sepultado en Salcedo y hoy su nombre no es casi recordado en ninguno de los círculos de profesionales del país. 

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