Recordando al presidente Antonio Guzmán

Recordando al presidente Antonio Guzmán

NUEVA YORK. Hace unos días, en el Palacio Nacional de Santo Domingo, sede del Poder Ejecutivo, dejaron de hacer cosas de gobierno, para filmar una película. Aquel sitio, construido en 1947 por orden del dictador Rafael L. Trujillo, es un nido de historia, recuerdos… y de secretos.

Hoy vamos a darnos un paseito imaginario por aquel monumento, para invocar la presencia ausente de don Antonio Guzmán Fernández, ilustre santiaguero, quien ocupó la Presidencia de la República, y justo ejerciendo el poder, se suicidó un julio, de uno de los años de la década del 80.

Don Antonio fue un hombre inmensamente humano.

Un cibaeño a carta cabal.

Y dueño de una humanidad inconmensurable.

Recordamos la última vez que lo vimos; estuvimos compartiendo, junto a otros invitados, en una cena que él dio en la tercera planta de Palacio. Allí se habló de todo, en camaradería, con buenos vinos y coñac, y un ambiente encantador.

Esa noche fue la que más compartimos con tan especial personaje, y desde entonces, guardamos el mayor de los respetos y admiración por la figura de ese dominicano, amante de lo justo; agradecido, y dueño de un don de gente excepcional.

Antes de ir al gran salón, aquella noche estuvimos en el antedespacho presidencial, por algunos minutos, hasta que llegó el Presidente Guzmán. Al vernos, nos estrechó la diestra, y dijo: «Atanay: me da mucho placer saludarlo y verlo por aquí, y quiero agradecerle el buen nombre que usted procura en Nueva York, para nuestros compatriotas».

Poco después nos hicieron pasar al tercer piso, junto a los demás invitados una veintena, aproximadamente entre ellos el caro amigo Ellis Pérez, quien a la sazón era Secretario de Estado de Turismo.

En medio de la cena, el Presidente Fernández se mostró locuaz, y hablo de las relaciones personales que tuvo tanto con el ex presidente Juan Bosch, como con el líder de los perredeistas, doctor José Francisco Peña Gómez.

Guzmán sucedió en el poder a Joaquín Balaguer, y la gente, acostumbrada al comportamiento adusto y muy reservado de Balaguer, sintió en Guzmán lo que podría llamarse «la humanización» o «la dominicanidad» del poder presidencial. Pues en don Antonio se sentía, muchísimo más que en Balaguer, lo humano, el interés por los demás y la extroversión.

El gobierno nunca dijo oficialmente la causa de la muerte del Presidente Fernández, pero se sabe que fue suicidio.

Y han corrido voces dando cuenta del motivo que tuvo el estadista para por sus mismos medios, terminar con su vida, pero no hay una versión totalmente creíble de aquel suceso, porque la verdad de todo aquello se fue al sepulcro junto al suicida.

Hoy hemos querido recordar a don Antonio, y desde este lado de la vida, enviarle una oración, un sentimiento de afecto y de admiración, por haber sido algo que debieran ser muchos de nuestros compatriotas: un buen dominicano.

[b]Meditación[/b]

Para la meditación de hoy: Ejercítate en la vida. Vive a plenitud; ten consciencia de que eres un microcosmo dentro del macrocosmos, y que en tu cuerpo se mueven muchas vidas en órganos y células, empeñados todos en que tengas una salud estupenda. A todas esas vidas que se mueven dentro de ti, recuérdalas de vez en cuando, y bendícelas. Y agradéceles el buen trabajo que hacen por la vida tuya.

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