Recordar es más difícil que agitar…

Recordar es más difícil que agitar…

La necesidad del gobierno de recaudar suficientes recursos para continuar preservando la estabilidad y el cumplimiento de todas sus obligaciones, traducida por el ingenio popular como “el paquetazo”, está generando una ola de inconformidad entre jóvenes aficionados a las redes sociales. Quien se lleve de ellos creerá que el mundo, o al menos el nuestro en Santo Domingo, se está acabando…

Pero la realidad “real” del país no es la de los jóvenes urbanos que ni leen diarios ni ven noticias por televisión ni se ocupan mucho de averiguar directamente “cómo está la cosa”,  sino que se “tuitean”, “postean” por Facebook, “textean” por Blackberry o por “Whatsapp” y, en fin, están tan digitalizados y unidos vía la virtualidad del Internet que parecen ser otra especie humana, más evolucionada que la de mi generación.

Para aprehender la realidad “real” del país hacen faltan dos cosas: medir o palpar cómo está viviendo la gente de clase media baja hacia abajo, primero, y segundo, comparar su situación con la de su misma clase socio-económica en países similares de otras partes del mundo.

Para lo primero quizás la forma más sencilla sea preguntarse si hoy, pese a toda la alharaca por el hoyo fiscal atribuido a la anterior administración, como si hubiesen enviado los miles de millones -dizque malgastados- a la Luna o más lejos, la mayor parte de los pobres vive mejor o peor que hace diez años.

Una década atrás, toda la nación dominicana padeció uno de los más brutales procesos de empobrecimiento, por la devaluación y la inflación, de que se tenga memoria, aunque los muchachos más jóvenes no puedan ni quieran saberlo. Y otra década antes de eso, en 1990, hubo una inflación y devaluación aún peor, causada por la hemorragia de dinero inorgánico con que Balaguer financió su enorme plan de obras públicas.

Lo de hoy, pese a cuan terroríficas lucen las cifras enrostradas a las autoridades por economistas que llevan años prediciendo catástrofes, cual frustradas Casandras, no es ni sombra de lo que padecimos los dominicanos en 2002 y 2003 y antes de 1989 a 1991. Pero olvidar es más fácil que comparar el ahora con aquel entonces…

En cuanto a ver cómo andan las cosas por otros países, baste ver cómo regresan en manada los dominicanos que habían emigrado a España, cómo han disminuido las remesas, cómo en Centroamérica crecen menos y tiene más inflación que aquí.

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