Recordatorio ineludible en el umbral de verano

Recordatorio ineludible en el umbral de verano

Aunque las temperaturas altas tienen presencia la mayor parte del tiempo sobre esta isla de condición tropical, sus efectos en la atmósfera solo llegan a extremos ciclónicos cuando la canícula inicia su aproximación junto a la llegada de junio. Y para algo peor: visto está que el cambio climático inyecta fuerza a los huracanes que se toman casi medio año en frecuentar con su trayectoria regular por el archipiélago antillano con tendencia a sobrepasar el marco de su temporada con presagios y daños que han llegado hasta diciembre. Los expertos en avatares de brisas y diluvios Marcelo Lagos, Osiris de León y Jhon Morales coincidieron antier ante la prensa dominicana en preocuparse por una reducción presupuestal en Estados Unidos que viene a coincidir con el auge de los temporales: el eficientemente científico agrupamiento de especialistas norteamericanos en clima ha sido diezmado parcialmente por recortes de gastos e inversiones tecnológicas y su capacidad de acertar en mediciones de seguimiento a los fenómenos para fines de pronósticos podría ser afectada considerablemente.

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Tal como corresponde, lo que más importa es la presteza preventiva de cada país para resguardarse de furias y excesos de precipitaciones con agresiones y riesgos para vidas y bienes. Es difícil estar alerta puntualmente si la observación meteorológica pierde exactitud; y el peligro es mayor si la autoridad correspondiente no vence la inercia ciudadana que la hace fallar reactivamente para cuidarse. Ha ocurrido antes. Algo más anticipado debe hacerse en mayor medida que antes: procede eliminar condiciones obstructivas sobre cursos de agua que suelen represar corrientes fluviales multiplicando caudales y energía como ocurrió en uno de los desastres naturales más significativos: aquel 24 de mayo del 2004, por Jimaní, cuando el río Blanco se desbordó hacia pobladores matando a cientos de ellos o la vez en que en otra temporada ciclónica la falta de mantenimiento a las compuertas de la presa de Tavera hizo sobrepasar su razonable contenido y en un momento dado envió hacia aguas abajo del Yaque del Norte millones de metros cúbicos de agua hacia asentamientos humanos. La capacidad de adelantarse a las desgracia es por el momento más necesaria que el resto del año.

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