El triunfo del “Cambio” presagia una promisoria regeneración de la política nacional, con la contundente victoria de Abinader y con el debut como legisladores de valiosos jóvenes de venturoso porvenir que hacen recordar una expresión del Talmud, de los tiempos del cautiverio de los judíos en Babilonia: “El futuro tiene un largo pasado”.
Nuestra democracia es, en gran parte, fruto retardado del sacrificio de valientes ciudadanos, algunos de los cuales mencionamos en el artículo de noviembre 15, 2019“El continuismo no es eterno”:https://hoy.com.do/el-continuismo-no-es-eterno:“El General Juan Rodríguez “Juancito” es un dominicano ilustre, desafortunadamente desconocido para nuevas generaciones.
La nación está en deuda con ese patriota antitrujillista que consagró años fundamentales de su existencia, para dedicarlos a liberar el pueblo dominicano. Siendo el hacendado más acaudalado del país se convirtió en promotor, jefe militar y financiador de Cayo Confites y Luperón.
Con las armas que él compró, Pepe Figueres estableció la democracia en Costa Rica. Su valiente hijo, José Horacio, formado en Harvard, pereció comandando el desembarco de Maimón y Estero Hondo en 1959.
Hombre de recio carácter, Juancito Rodríguez quizás percibió que Trujillo sería eterno. Avejentado, empobrecido, abandonó Cuba y se radicó en Venezuela. Se marchó de este mundo en noviembre del 1960, apenas 6 meses antes del ajusticiamiento del 30 de mayo.
Podría aplicarse a “Juancito” el testamento político de Getulio Vargas: “Salgo de la vida para entrar en la inmortalidad”.
La primera operación liberadora gestada por “Juancito” fue la invasión desde Cayo Confites, Cuba en 1947, que contaba con el tácito -y a veces expreso- apoyo del presidente Grau San Martin. Se integró un poderoso ejército que disponía de5 barcos y que llegó a tener entre 18 y 32 aviones de caza, bombarderos y de carga, y pertrechos bélicos de todo tipo.
El general Juan Rodríguez, con más de 60 años, era el indiscutible comandante en jefe del Ejército de Liberación al mando de miles de combatientes de distintas nacionalidades. Su hijo José Horacio manejó el Despacho del Comandante en Jefe, con grado de coronel. Entre los alistados los cubanos eran una mayoría abrumadora.
Algunos cabecillas estaban ligados a pandillas políticas que se enfrentaron en una batalla campal en La Habana que duró varias horas. Temeroso de que la inestabilidad provocara un golpe de estado el presidente Grau ordenó al jefe del Ejército, Genovevo Pérez Dámera, desmantelar campamentos, capturar barcos y apresar los expedicionarios de Cayo Confites. Así terminó todo. Se comentó que Trujillo había sobornado a Pérez Dámera.
En 1947, “Juancito” firmó un Pacto de Alianza con José Figueres y otros líderes para derrocar las dictaduras de Costa Rica, Rep. Dominicana y Nicaragua.
La rama militar fue la Legión del Caribe, que en 1948 impuso la democracia en Costa Rica con parte de las armas de Cayo Confites que devolvió el gobierno cubano.
En 1949 Juancito encargó al comandante republicano español Alberto Bayo planear una operación aérea contra Trujillo, que se desarrollaría en 3 zonas: “Juancito” aterrizaría en La Vega, zona de sus haciendas, Miguel Ángel Ramírez lo haría en su amada San Juan y un tercer contingente encabezado por Horacio Julio Ornes acuatizaría en un hidroavión, en Puerto Plata.
Una tormenta causó daños e hizo aterrizar de emergencia una nave en Yucatán. El otro avión fue apresado en la isla de Cozumel por autoridades mexicanas.
Ni “Juancito” ni Miguel Ángel Ramírez pudieron llegar a su destino. Solo pudo amarizar aquí, en Luperón, el hidroavión Catalina, pero los expedicionarios no recibieron apoyo del Frente Interno, pues había sido infiltrado por Trujillo. Varios combatientes murieron luchando. Sobrevivieron los dominicanos Horacio Julio Ornes, Tulio H. Arvelo, José Rolando Martínez Bonilla y Miguel Ángel Feliú Arzeno, quien había participado en Cayo Confites en 1947, desembarcó en Luperón en 1949 y 10 años después, en 1959, se inmoló en la repatriación de Constanza.
En ese mismo año José Horacio Rodríguez comandó la embarcación Carmen Elsa y ofrendó su vida en Maimón, junto a combatientes que “llegaron llenos de patriotismo” igual que los de Estero Hondo y Constanza.
El biznieto de “Juancito”, nieto de su homónimo José Horacio, fue electo diputado y, como legislador y ciudadano, le correspondería reverdecer los laureles de su linaje. Moliere dictaminó: “Nosotros no participamos de la gloria de nuestros antepasados sino cuando nos esforzamos en parecérnosles”.
El espíritu de sacrificio y el compromiso con la libertad que caracterizaron a los Rodríguez y a sus acompañantes en Cayo Confites, Luperón, Constanza, Maimón y Estero Hondo deben servir de pauta de conducta a toda la juventud, en especial a los nuevos legisladores y funcionarios ejecutivos.
Con buenos ejemplos desde el poder la ética y la moral se retomarán como norma de vida. José Horacio no esgrimió en su campaña el sacrificio familiar de oro y sangre, para procurar votos. Luchadores del pasado impusieron la democracia y los jóvenes a quienes “les gusta la política” ahorapueden expresarse sin ser perseguidos, apresados, deportados, torturados o asesinados. ¡Bendita sea esta hora!