Por la pandemia, la guerra de Ucrania y la brutal inflación, el crecimiento mundial se redujo de 6,1% en 2021 a 3.4% en 2022, y este año el FMI lo sitúa por debajo de 3%, cifra que empeora con el recorte de la oferta de petróleo de la OPEP en 1.66 millones de barriles diarios, hasta finales de año, porque se traducirá en menos crecimiento y más inflación.

En lo que sigue un estimado del impacto potencial en nuestra economía que espera crecer entre 4.5% y 5.0% en 2023, y la inflación interanual convergiendo en el rango meta de 4% ± 1.0% antes de finalizar el primer semestre, de hecho, en marzo se ubicó por debajo de 6%.

Aunque vulnerable a aumentos de precio del petróleo como lo muestra el análisis de la factura como porcentaje del PIB, de representar 3.6% en 1994 casi se duplica en 2010, hasta 6.4%, para volver a bajar a 3.6% en 2015, y subir a 5,3% en 2022, representando 2.7% del PIB el consumo de gasolina, gasoil y GLP, con política fiscal inteligente ha evadido los efectos negativos, lo que ahora nos permite asegurar está preparada para resistir el nuevo embate.

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Además de que con el tiempo ha reducido la dependencia petrolera, de utilizar 2.22 barriles por cada millón de dólares de PIB en 1994, paso a solo 0.64 barriles en 2022, es decir, en 28 años la economía aumento su eficiencia energética petrolífera en 71%, no obstante, el elevado peso relativo en el crecimiento del PIB de la construcción en general y transporte por carretera, actividades estas de uso intensivo de petróleo y derivados.

Por el barril pagamos un precio medio de 81.76 dólares el año pasado, 1.5 veces más que en 2021, consumimos un poco más de 186 mil barriles diarios que representarían, si el precio medio sube un 10% en 2023, hasta 90 dólares, una factura de 16.8 millones de dólares diarios y 6,110 millones de dólares al año, equivalentes a 5.4% del PIB de 2022.

Supuesto arbitrario que en doce meses implicaría aumento del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, reducción en 0.53% (5.3 x 0.10) del crecimiento PIB real, por deterioro de la «relación real de intercambio» debido al tamaño de las importaciones como porcentaje del PIB, y más inflación (0.27%=2.7 x 0.10), equivalente a pérdida de poder adquisitivo de los consumidores.

Estos resultados están en línea con lo que estima el FMI, por cada aumento de 10 dólares en el petróleo, como media el crecimiento mundial se reduce el siguiente año en 0.3 puntos porcentuales y la inflación aumenta 0,25 puntos.

La buena noticia es que, dejando de cobrar la totalidad de impuestos, que implica enorme sacrificio fiscal, el Gobierno de Luis Abinader mantiene el subsidio al consumo de gasolina, gasoil y GLP, para evitar que el aumento del petróleo reduzca las actividades económicas, la generación de empleos productivos y adicione inflación, es decir, que se traduzca en más pobreza entre las capas media y baja de la población. Preservar el subsidio es necesario, además, por el contexto crecientemente incierto e inestable que vive el mundo, con alto riesgo de tener que pagar un precio medio superior a 90 dólares.