Luego de 12 años de ejercer el poder, los reformistas se resistieron a aceptar los resultados de las elecciones generales de mayo del 1978, torneo en el que Antonio Guzmán y el Partido revolucionario Dominicano (PRD) resultaron triunfadores, hace 46 años. Fue en esa jornada cuando por vez primera se utilizó el Registro Electoral, documento indispensable para los votantes ejercer el sufragio. A petición del PRD y del Partido Reformista se permitió que a partir del mediodía del 16 los ciudadanos que no aparecieran en su mesa de votación lo hicieran en sobres observados.
En horas de la madrugada del 17, día siguiente de las elecciones, la Junta Central Electoral (JCE) suspendió el conteo después que tropas del Ejército ocuparon el local del organismo y ordenaron a las autoridades abandonar el lugar. Para la ocasión el partido blanco lucia ganador en el Distrito Nacional y otros lugares de importancia. Las juntas municipales electorales de Santiago, La Romana, Barahona, Puerto Plata y otras fueron ocupadas por efectivos militares y apresados sus directivos. En la Junta del Distrito Nacional los funcionarios fueron sacados por la fuerza del edificio, operación que fue desmentida por las Fuerzas Armadas.
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En esos momentos el país vivía horas tensas y desde el interior se reportaba la existencia de un estado de represión militar que incluía la persecución y el arresto de funcionarios y empleados electorales, con fines de alterar los resultados de las urnas en favor del oficialismo.
La situación provocó que el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter; el secretario de Estado, Cyrus Vance, y el presidente de Venezuela, Calos Andrés Pérez, reclamaran al presidente Joaquín Balaguer, mediante sendas comunicaciones, que se respetara la integridad del proceso.
El fuego y la presión fueron cediendo momentos después que Balaguer anunciara a la Nación que entregaría el poder a quien resultara electo en las urnas, acatando los cómputos arrojados por la JCE.
De ahí en adelante se reanudó el conteo de los votos y a fines de mayo los datos ofrecidos por la JCE aseguraban el triunfo del PRD. El Gobierno asignó una escolta al presidente electo, don Antonio Guzmán, que había establecido su centro de operaciones en la casa de un familiar en el sector Los Prados.
Al mes siguiente el local de la JCE fue escenario de acalorados debates por los recursos de impugnación y de apelación sometidos por el Partido Reformista, que solicitó la celebración de elecciones complementarias alegando que por “dislocamiento o trastrueque” de los listados del Registro Electoral se impidió a más de 600 mil sufragantes inscritos votar en las mesas electorales que les correspondían al no encontrarse sus nombres en dichos listados. De inmediato, el PRD pidió el rechazo, sosteniendo que la disposición de la JCE de votar en sobres observados rebasó cualquier abstención derivada de tales irregularidades.
El personal del Departamento de Cómputos y Programación de la Junta Central Electoral fue detenido por sospecharse que estaban envueltos en los supuestos trastrueques, y dos técnicos chilenos contratados por el organismo electoral para que investigaran la existencia o no de las anomalías denunciadas por los reformistas fueron obligados a abandonar el país sin rendir los resultados de su trabajo, evaluación que confirmaba la delantera del PRD.
Para esos días fue que surgió el histórico nombre de “gacetazo”, que consistió en alteraciones al contenido de una primera edición de la Gaceta Oficial que adjudicaba a la Junta del Distrito Nacional “amplias atribuciones” para rodear el sufragio de las mayores garantías. Una segunda edición del documento oficial transfería esas atribuciones al pleno de la JCE. El supuesto error lo atribuyó la Consultoría Jurídica del Palacio Nacional a “un simple error material”.
A mediados de julio de 1978 la JCE emitió su “fallo histórico”, que asignó al Partido Reformista cuatro senadurías más y una diputación adicional, lo que permitió que el partido de Balaguer mantuviera el control del Senado, y don Antonio Guzmán y Jacobo Majluta asumieran como presidente y vicepresidente de la República.
Una situación curiosa ocurrió para la ocasión: que el embajador de los Estados Unidos, Robert Yost, presentara credenciales exactamente un día antes a la celebración de los comicios.