Recuerdan empeño de Bosch
en venir al país en revolución

<p>Recuerdan empeño de Bosch<br/> en venir al país en revolución</p>

POR LEONORA RAMÍREZ S.
El fenecido expresidente Juan Bosch jamás se negó a volver al país durante la revolución de abril de 1965, sino que por el contrario solicitó ayuda para retornar desde su exilio en Puerto Rico, a Abes Fortas, un abogado norteamericano que era enlace no oficial entre el gobierno de Estados Unidos y Jaime Benítez, rector de la Universidad de Puerto Rico.

Las mismas gestiones las hizo con John Bartlow Martin, enviado especial del presidente norteamericano Lyndon B. Jonson, quien se negó a considerar la propuesta porque entendía que si él volvía al país lo matarían y la  República Dominicana se quedaría sin liderazgo.

Ese testimonio aparece en un artículo de Bosch, que nunca había sido traducido al español, publicado en la revista norteamericana The New Republic el 24 de julio de 1965. La revista Global, órgano de difusión de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (FUNGLODE),  lo reprodujo en su edición enero-febrero 2007.

El fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y en la ocasión el principal dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), manifestó en el citado artículo que, en los primeros momentos de la revolución, se decía que un avión de los constitucionalistas aterrizó en San Juan, Puerto Rico, para llevarlo de vuelta a Santo Domingo y que él se habría  negado.

Para aclarar esa versión explicó que  dos aeronaves de la Fuerza Aérea Dominicana, un Munstang P-51 y un Douglas, aterrizaron respectivamente en Mayagüez y San Juan, pero fueron dejadas en tierra por militares norteamericanas.

«El sábado primero de mayo el señor Fortas nos informó de la inminencia de una batalla entre los militares norteamericanos y las fuerzas constitucionalistas dominicanas. Le expliqué que todo lo que yo podía  hacer en esas circunstancias era regresar a mi país, y le pedí un avión para que me llevara de inmediato, pero el señor Fortes no contestó.

«A tempranas horas del 2 de mayo, en presencia del rector Benítez, le hice la misma solicitud al embajador John Bartlow Martin, quien se negó a tan siquiera considerar el asunto, diciendo que si yo iba a Santo Domingo me matarías. Según él, eso no debía permitirse que ocurriera ya que dejaría a mi  país sin líderes».

UNA REVOLUCION DEMOCRÁTICA
En su exposición Bosch planteó que la revolución de abril de 1965 tuvo un carácter democrático, generada por factores sociales y políticos, y con el mismo perfil de acontecimientos similares que se produjeron en  otros países Latinoamericanos.

Al destacar que no fue una improvisación ese acontecimiento, dijo que comenzó desde finales de 1959 (aunque Bosch no lo cita, en ese año ocurrió la  invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo), con la muerte de Rafael Leonidas Trujillo en 1961, las elecciones de diciembre de 1962, y «el golpe de Estado de 1963 fue  incapaz de sofocar esa revolución «.

«El golpe de Estado de 1963 era una ilusión de ignorantes sociológicos y políticos pensar que cuando el gobierno que yo presidía fuera derrocado, la revolución sería vencida».

De acuerdo con las explicaciones del exmandatario, después de ese hecho se reprimieron las libertades públicas, y la corrupción fue más generalizada y descarada que en la época de Trujillo.

En su análisis planteó que en abril de 1965 no podía fabricarse una segunda Cuba, y fue un costoso error verla como una revolución que corría el riesgo de desplazarse hacia el comunismo.

«Estados Unidos pagó  un alto precio por esta metida de pata. Una medición de lo burdo del error es el tamaño de las fuerzas que originalmente se desplegaron para reprimir la revolución».

«La revolución no ordenó la muerte de una sola persona, no decapitó a nadie, no quemó ni  una iglesia, ni violó a ninguna mujer. No obstante en todo el  mundo se proclamaron denuncias sobre esos horrores.

LOS HORRORES DEL A REVOLUCION
En el artículo Bosch expresó que Estados Unidos estuvo obligado a utilizar un expediente que le permitiera usar la fuerza, sin exponerse al rechazo del mundo. A su entender eso es lo que explica la creación de  una Junta Militar dirigida por el general Antonio Imbert.

«Raras veces en la historia moderna se ha cometido un error tan costoso en términos del prestigio de Estados Unidos, como fue el poner en las manos de Imbert el poder de las tropas armadas dominicanas, y luego exponer, como una excusa por sus crímenes, el argumento de enfrentar el comunismo en Santo Domingo.

«La brutal matanza de dominicanos y extranjeros cometidas por las tropas de Imbert con el pretexto de barrer con el comunismo,  será atribuida siempre por la historia dominicana a Estados Unidos, y particularmente al embajador Martin».

Según Bosch, Martin sabía qué clase de hombre era Imbert desde antes de que dirigiera la Junta, y la tiranía de éste se estableció más allá de toda duda, «pisándole los talones a Trujillo».

«El  bando revolucionario no ordenó la muerte de nadie ni decapitó a  nadie, pero las fuerzas de Imbert mataron y decapitaron a cientos de personas. A esos crímenes no se les dio en Estados Unidos la publicidad que debieron merecer, pero fueron citados por la Organización de Estados Americanos (OEA) con todos sus espantosos detalles de cráneos destrozados por las culatas de las armas, de manos atadas a la espalda con alambres, de cuerpos sin cabeza flotando en los ríos.

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