Recuerdos de Amidverza

<p>Recuerdos de Amidverza</p>

MANUEL MORA SERRANO
Muchas veces se nos ha preguntado qué cosa fue Amidverza, la asociación literaria que se formó en Pimentel en 1961.

El nombre, un anagrama de Amigos de la verdad y la belleza, ya contiene un programa literario que nosotros estábamos lejos de imaginar hasta dónde entroncábamos con el postumismo histórico, a pesar de nuestra admiración por Domingo Moreno Jimenes, a quien, entonces del grupo, sólo Francisco Nolasco Cordero y yo conocimos en San Cristóbal en 1955 y leído sus versos en la antología de Flérida de Nolasco editada en la colección Pensamiento Dominicano; aunque como jóvenes vanguardistas que éramos, creíamos que el postumismo ya no existía. Ignorábamos que los ideales no mueren. Reposan intactos como la bella durmiente del bosque hasta que aparece el príncipe que la despierte.

Nolasco había militado en la Asociación de Jóvenes Amantes de la Filosofía que lideraba Casimiro Castro, padre del poeta Tomás Castro Bourdier, y el contacto con Tongo Sánchez, Antonio Fernández Spencer y Carlos Federico Pérez y Pérez; las lecturas de filósofos griegos y latinos y de los modernos alemanes y franceses, y, naturalmente, de José Ortega y Gasset, dios mayor de Spencer, nos hicieron interesar en la metafísica y, por ende, coincidir con el ideario postumista de Moreno.

Curiosamente Amidverza tuvo tres presidentes, Nolasco, Elpidio Guillén Peña y yo y muchos miembros, hasta que fue a vivir allá Héctor Amarante, que con sus relaciones con la Joven Poesía le dio nuevo impulso. Antes editamos la revista con el nombre de la sociedad, que circuló entre literatos cibaeños e internacionales. Daba gusto ver nuestros encuentros. Asombraba escuchar en aquella aldea cuya economía se derrumbaba a medida que el ferrocarril perdía protagonismo, discusiones ardientes sobre filosofía o sobre Dostoiewsky y Kafka, cuyas obras leíamos con deleite.

Entre los encuentros y actos que hicimos del 61 al 84 (sus años de esplendor), figuran: Una responso lírico en memoria de Rubén Darío en el centenario de su nacimiento; un homenaje a Juan Sánchez Lamouth cuando ganó el premio nacional de poesía; un homenaje nacional a Domingo Moreno Jimenes, que fue el último que se le hizo en el interior del país; una misa lírica profana a Juan Sánchez Lamouth al mes de fallecido, que nos acarreó problemas con los cursillistas y con la policía; otra misa a Franklin Mieses Burgos con la presencia de poetas de la poesía sorprendida a los seis meses de su muerte; el responso lírico a René del Risco y Bermúdez al final de su novenario; un homenaje a Freddy Gatón Arce en su 50 aniversario; otros a Aída Cartagena Portalatín, Manuel del Cabral y Alberto Baeza Flores con la puesta en circulación de su obra ‘La tierra más hermosa’; conferencia de Ramón Francisco sobre la Generación del 60; recital del postumista José Bretón; diversos encuentros literarios con Juan José Ayuso, Chery Jimenes Rivera, Marcio Veloz Maggiolo, etc. Y la formación del Grupo Literario del Cibao al cual nos integramos, siendo la primera vez que autores de una región del interior se organizaban, con encuentros en Arenoso, Río San Juan, Samaná, Santiago, Moca, Salcedo, Bonao, San Francisco de Macorís, La Vega, Mao, Altamira, Monte Cristi y Puerto Plata. Nuestro respaldo al movimiento pluralista de Manuel Rueda con un manifiesto en Santiago en la casa de Zaidy Zouain, y propiciamos el encuentro donde doña Violeta Martínez de Ortega y su esposo el Dr. Rafael Ortega González en La Joya con Franklin Mieses Burgos, Rubén Suro, Freddy Prestol Castillo, Gatón Arce y otras personalidades de nuestra cultura. Sin olvidar las vacaciones de Antonio Zaglul y Federico Henríquez y Gratereaux con sus familias en La Joya, que aprovechamos para encuentros culturales.

Eso sin contar las presentaciones de nuestros libros y los encuentros cada vez que nos visitaba un escritor cualquiera, como Mateo Morrison que nos dio una charla. Todo eso se convertía en un acontecimiento para sancochos, recitales, comentarios y las lecturas de Gatón Arce cada vez que escribía un nuevo poema.

Todo eso lo hicimos sin dinero, sin apoyo oficial o municipal, un grupo de poetas pobres que lo único que teníamos era amor por la literatura.

Hay entidades mucho más poderosas económicamente, con grandes aportes de altruistas entidades y del Estado y es difícil que igualen o superen, con toda la inmodestia lo digo, lo que aquellos aldeanos hicimos junto a los esforzados amigos del Cibao por la cultura en general y por la poesía en particular.

Amidverza existe dispersa y en la mayoría de sus miembros alienta el amor a lo nuestro como en los mejores días del postumismo.

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