Recuerdos, de antes de nacer

Recuerdos, de antes de nacer

Pregúntele usted a cualquier mujer en gestación si se puede comunicar o no con su criatura y ella le dirá sin titubear que lo hace de distintas maneras. Es un  hecho demostrado que el feto y sobre todo después del cuarto mes de gestación es capaz de percibir sonoridades tanto internas como externas al organismo de la madre, como la respiración, los latidos, etc. Y conocer tanto la voz de ella, como la del padre.

Cada vez que viajo a cualquier ciudad realizo varias visitas obligadas, una de ellas es a las librerías. En  mi reciente viaje a Toronto, Canadá, con motivo del mitin de la Academia Americana de Neurología, nos encontramos con la obra del psiquiatra canadiense Thomas Verny, “La vida secreta del niño antes de nacer”, quiero compartir con mis amables lectores una experiencia recordada al leer sus páginas. Mi hija mayor Carolina, nació en Londres, durante mis años de entrenamiento neurológico, en el período de gestación su madre, amante de la música culta, hizo una verdadera adicción a la música del maestro veneciano Antonio Vivaldi, italiano experto en los conciertos en tres movimientos; escuché las Cuatro Estaciones, durante ese período del embarazo no sé cuantas veces, que en ocasiones me sentía en la capacidad de dirigir la Sinfónica de Londres, pues por igual disfrutaba de las creaciones del virtuoso violinista. Pasan los años, y me obsequian un CD con ese concierto, y mi hija muy chica en la ocasión, se arrulla a mi lado y lo escuchamos juntos,  me dijo: “Papi, yo conozco esa música, me agrada mucho”, y se quedó dormida plácidamente en mi regazo.

Luego, le pregunté si la había oído en el maternal al que asistía y me dijo que no, quedé pensativo, y me pregunté si era posible que la conociera de antes de ver la luz de este mundo terrenal. Al año siguiente tenía la respuesta; el grupo de Harvard había demostrado por Resonancia Magnética, que sí, los niños reconocen las melodías escuchadas en el vientre materno, ya demostrado científicamente y de manera lógica prefieren a Mozart o a Vivaldi y no la exasperante música roquera y sus afines.

Las teorías del Dr. Verny contradicen aquellos juicios de hace 50 años, de que no se podían recordar las cosas acontecidas en el vientre materno, y de que el cerebro era un órgano inmutable, han cambiando estos criterios; él lo ha demostrado en muchos pacientes que sí recuerdan eventos intraútero. Hoy, se acepta que esa “plasticidad”, la capacidad del aprendizaje se mantiene hasta los 20 años y muchos más, algunos plantean que es de por vida, pero eso será tema de otro “conversatorio”.

Las modernas sonografías, han permitido ver al feto sonreír con las palabras cariñosas de sus padres, y está demostrado que perciben los estímulos positivos y negativos. Los mimos, las monerías positivas, éstos máxime a partir del cuarto mes son captadas, antes no hay buena  percepción; se plantean que el cerebro “discrimina” los estímulos a partir de esa edad gestacional.

Es decir que sí hay memoria intrauterina, buena o mala; por esos las caricias, los estímulos musicales, son apreciados por la criaturita. Hoy, por estos encuentros, tengo la explicación científica de por qué mi querida hija Carolina se extasía placidamente ante los arpegios de Vivaldi.

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