Recuerdos de Manolo Tavárez

Recuerdos de Manolo Tavárez

La acción guerrillera del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), que costó la vida al más impoluto líder del Siglo XX el 21-12-63, hace ya 40 años, resultó ser una soberana quijotada producto de la inexperiencia absoluta en la lid política.

A esa inexperiencia absoluta se añadió la euforia del castrismo que imperaba en el mundillo revolucionario de América Latina, que culminaría un lustro después en Vallegrande, con la captura del Che Guevara en la Cañada del Yuro, y el asesinato del médico argentino-cubano Ernesto Guevara de la Serna, que la posteridad recuerda como el Ché Guevara, ultimado por el sargento José Roque Terán, como aconteció con otro quijote, el coronel Francis Caamaño en la increíble aventura imposible de Playa Caracoles.

A la inexperiencia absoluta en política y la euforia del castrismo es obligatorio añadirle otro menjurje, y fue el resentimiento profundo, irrestañable, de las torturas a que fue sometido Manolo en las ergástulas de la moribunda tiranía del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, y la dimensión de víctima que condujo su comportamiento, muy súbitamente por el crimen espantoso perpetrado en contra de su esposa, Minerva Mirabal de Tavárez, junto a sus otras dos hermanas, Patria y María Teresa.

Con ninguno de esos ingredientes se consigue planear una estrategia correcta para alcanzar la meta suprema de todo el que incursiona en política que es el poder supremo, y fue todo lo que en sentido contrario aplicó el doctor Joaquín Balaguer para detentar los relámpagos absolutos del mando por 22 años, en dos segmentos de 12 y 10 años respectivamente, enfrentando a sus contrarios, no así mismo, como hizo torpe y desgraciadamente Manolo.

Las gafas de sol de Manolo, que usaba inclusive por la noche, era una forma inútil de esconder su gran timidez, como aconteció también con el general Ramfis Trujillo, éste, un gran resentido, como aquel, por diferentes motivos.

Profesé a Manolo un subido respeto, admiración y afecto, habida cuenta de que tanto su familia como la del suscrito por vía paterna, son montecristeñas, y, además, existía una profunda interacción con mi finada tía Olga con doña Fefita y don Manuel, los progenitores de Manolo, que eran vecinos casa con casa.

Conversaba con él brevemente en la sede original principal del 14 de Junio en la Hostos con El Conde, en su residencia de la Rosa Duarte, cuarto piso, edificio Gautier, y en la residencia del finado doctor Vinicio Cuello Castillo, y además, era compañero de aula de su hermana Emma, lamentablemente fallecida, en la facultad de Derecho de la UASD, 1962-63.

El entonces titular de las Fuerzas Armadas, mayor general EN Víctor Elby Viñas Román, con su forma parca y muy queda de expresarse, y a manera de consejo, sin pedírmelo, me manifestó transmitir a Manolo, que todos los que se alzaran en armas contra el espúrio Triunvirato que usurpaba el poder luego del golpe de Estado al profesor Juan Bosch, serían eliminados sin contemplaciones.

Eso le hice saber a Manolo, suplicándole desistir de lo que era sotto vocce planeaba, porque al general Viñas Román le interesaba muchísimo no solamente evitar un hecho de sangre, sino preservar la vida de Juan Miguel Román Díaz, asistente de Manolo, una especie de su alter ego, y primo hermano querido del secretario de las FFAA.

A esa advertencia útil, sana, salvadora, Manolo me respondió negándome a partir de entonces, el saludo, que sólo le expresé dos veces y ante la negativa a responderlo, decidí no solamente abstenerme en lo sucesivo, sino visitar su residencia que compartía con su hermana Emma y adonde iba a estudiar.

No lo hagas, nadie te lo reconocerá, perderás la vida y perderás la oportunidad de cuando se esclarezcan y normalice la institucionalidad rota, disponer de un chance por la vía electoral de demostrar al país tu valía como conductor de la sociedad. No me escuchó. Estaba obcecado por el foquismo. Esa es la historia desgarradora.

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