Recuerdos dominicanos de Londres

Recuerdos dominicanos de Londres

Finalizada la dictadura de El Jefe, fui nombrado agregado cultural en Londres. La embajada dominicana estaba situada en una dirección impresionante: Breamer Mansions, Cornwall Gardens, o sea, las Mansiones Breamer, en los Jardines de Cornwall.

No fue así.

Las Braemar Mansions son unas casonas grandes y pegadas unas a otras como blancos elefantes cansados. Los Cornwall Gardens que están allí cerca son simplemente unas precarias fajas trianguladas de tierra con un poco de césped y una cuantas flores deslucidas. Tan sonoro nombre para lo que no tenía ni extensión ni esplendor, eso en una ciudad de encantadores jardines, ricos e interminables, que no tienen resonantes nombres, en una ciudad que tiene bellísimas mansiones, y donde suntuosos palacetes son llamados simplemente “casas ”, como la opulenta Queen’s House en Greenwich Park, la Ham House cerca de Richmond, la Crewe House en Mayfair … y tantas otras. La gente no se extraña de que el Cuartel General de Policía se le llame “Patio Escocés” porque en el siglo antepasado se alojó en una porción trasera del palacio de Whitehall un cuerpo de detectives para cuidar a los reyes escoceses cuando visitaban Londres… ese es el Scotland Yard: Patio Escocés.

Pero los ingleses llaman parques, jardines, mansiones, palacios o casas a lo que haya llevado tal nombre, respetando así la forma en que se le ocurrió a alguien llamarlos hace mucho tiempo.

Ya quisiera yo que los dominicanos fuésemos más respetuosos de nuestra historia, de nuestras realidades consecuenciales. Que dejemos, de una vez por todas, la árida y maligna idea de “borrón y cuenta nueva” para que, sin borrar, rectifiquemos rumbos, y, mirando claro y de frente, trabajemos por un porvenir de grandeza, cargado de respeto y reverencia por nuestros valores.

Que son muchos.

Me duele el irrespeto por nuestros monumentos, por nuestras tradiciones, por nuestra personalidad, me duele que incluso en la capital no se puede uno pasear porque las aceras son un disparate de irregularidades, con agujeros, obstáculos, negociantes y pedigüeños asfixiantes y arrogantes, automovilistas enloquecidos con el acelerador, motoconchistas que se consideran autobuses o camionetas, “deliveries” serpenteantes (estamos perdiendo nuestro idioma), policías y autoridades que no respetan las leyes de tránsito y una multitud de gente alardeando de armas de fuego.

¡Y usándolas!

¿Pretendo que seamos como los ingleses… o los suizos o los escandinavos?

No.

Sólo pretendo que nos esforcemos en ser mejores dominicanos.

 

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