Recuperación de lo político

Recuperación de lo político

RAFAEL TORIBIO
Es de todos conocido que la ciudadanía tiene una consideración muy negativa sobre la política y los políticos. La política, antaño considerada como una de las actividades más nobles a la que pudiera dedicarse una persona, y más recientemente valorada como una expresión de sensibilidad y solidaridad social por cuanto su finalidad era procurar el bienestar, material y espiritual de los demás, ha caído en el descrédito.

Los políticos, como las personas que se dedican a esta actividad, ejercida desde los partidos en búsqueda del poder político para conducir los destinos de la Nación, tienen una consideración peor, porque se les hace responsables de la perversión de esa actividad humana. La política se ha vaciado de su contenido original y justificador, y los políticos están sumidos en el desprestigio.

Hay razones suficientes para que la ciudadanía tenga esta percepción de la política y de los políticos. El ejercicio de la actividad política se ha transformado en una forma de ascenso social y económico, y el instrumento a través del cual se llega al poder para beneficiarse de él. Por otro lado, quién ejerce la política demuestra con los hechos que ha de actuarse conforme a un pragmatismo salvaje que aconseja hacer lo que sea conveniente, prescindiendo de toda consideración ética o moral y que el poder debe considerarse como un fin en sí mismo y ejercerlo para beneficio propio, de sus partidarios y de los colaboradores mas cercanos. Mientras tanto, la ciudadanía ve que los gobiernos se suceden, los funcionarios se benefician y los problemas continúan sin resolverse, algunos agravados.

Esta consideración tan negativa de la política y de los políticos ha dado lugar a una situación muy peligrosa para el sistema político en general, y para la democracia en particular. El descontento, la frustración y la apatía se extienden sobre amplios sectores de la sociedad; también un cuestionamiento generalizado sobre las instituciones fundamentales de la democracia, empezando por los partidos políticos; la aparición de oportunidades para el populismo y el éxito de políticos aventureros que se presentan como diferentes y superadores de los males que se aprecian en la política y en los políticos; así como intentos de sustituir a actores que son esenciales en el sistema. Se ha llegado al extremo de que en algunos países de la región, la llamada «democracia callejera», demanda gobiernos en que los políticos no estén presentes.

Sin embargo, pese a esa percepción ciudadana expresada en todos los estudios, tanto internos como externos, la política y los políticos siguen siendo fundamentales para la conducción política de la nación, la gobernabilidad democrática, la preservación de libertades y derechos y el desarrollo de los pueblos y de las personas. Por el hecho de que algunos, con un proceder indigno, hayan dado lugar al descrédito de la política y de los políticos, no podemos, ni debemos, dejar de reconocer la nobleza de la política, cuando es ejercida como debe ser, y el mérito de los políticos que con sus acciones y sacrificios nos han legado un sistema de organización del Estado, de convivencia y participación ciudadana que, aunque imperfecto, ofrece la oportunidad de un desarrollo individual y colectivo, respetando la legalidad, la legitimidad y la dignidad humana.

En esta oportunidad, además de señalar, y lamentar, esta consideración negativa sobre la política y los políticos, las razones de esa percepción y los peligros que puede acarrear para el sistema político y para la democracia, deseo expresar la necesidad urgente de la recuperación de lo político, de «ciudadanizar» la política para que en vez de la apatía y el descontento, renazca y se mantenga la esperanza y el compromiso solidario de un mejor presente y futuro para todos y todas. Esto pasa necesariamente por el reclamo permanente de un ejercicio digno de la política a todos los políticos, pero también por el reconocimiento debido a los políticos y a la política.

Para testimoniar este reconocimiento, que además quiere ser exhortación y demanda al mismo tiempo, echo mano de algunos párrafos del Informe del PNUD sobre el estado de la democracia en América Latina. Este importante documento afirma que los «políticos son los que han dado las luchas, los que han optado entre costos, los que han pagado con su prestigio u honor sus defectos o faltas. No tienen la pureza de quienes sólo asumen el riesgo de opinar. Muchos tienen la sencilla valentía de pelear en un escenario donde, las más de las veces, lo que se confronta no son grandes ideas, sino pasiones y miserias. Algunos temen y abandonan, otros cometen errores y -de una u otra manera- pagan por ellos, pero una mayoría hizo algo más que opinar acerca de cómo deberían ser hechas las cosas. Lo intentaron, apostaron, perdieron, y muchos volvieron a intentarlo. Algunos con éxito». Quienes así se desempeñan en la política merecen reconocimiento y respeto.

Confirmando y ampliando lo anterior, Max Weber expresa lo siguiente sobre la política y los políticos «La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible, una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto no sólo hay que ser un caudillo, sino también un héroe, en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse desde ahora de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar, incluso lo que hoy es posible. Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un sin embargo; sólo un hombre construido de esta forma tiene vocación para la política».

Debemos reclamar la dignificación de la política, pero también reconocer las dificultades y los riesgos del ejercicio político y dar nuestro reconocimiento y apoyo a los que asumen esta actividad como un compromiso con la libertad, la dignidad humana y de solidaridad social.

rtoribio@intec.edu.do

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