Un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la situación y las perspectivas de la economía mundial en 2021, publicado en de enero pasado señala que, tanto América Latina como el Caribe enfrentaran una recuperación frágil e irregular por las secuelas a largo plazo que dejará la crisis del COVID-19 en sus economías, advirtiendo que este impacto socioeconómico perdurará durante muchos años, a menos que se realicen inversiones estratégicas en la economía, la sociedad y la adaptación al cambio climático para garantizar una recuperación sostenible y resistente de la economía mundial.
Ese mismo informe destaca que la recuperación sostenida tras la pandemia va a depender no solo del alcance de las medidas de estímulo y la rápida introducción de las vacunas, sino también de la calidad y la eficacia que tengan esas medidas para aumentar la resiliencia contra futuras crisis. Las economías que dependen del turismo en el Caribe, han sido fuertemente afectadas. En todo caso, se espera que la producción total no alcanzará el nivel anterior a la crisis hasta el año 2023.
La pandemia llegó a los países de América Latina y el Caribe en un mal momento para la región, pues ya estaban sufriendo grandes dificultades económicas, sociales y políticas. En consecuencia, con una pandemia como catalizador, se han visto agravadas y han salido a la luz una serie de desigualdades estructurales muy arraigadas, ya sea entre trabajadores formales e informales o entre mujeres y hombres.
En los hechos pareciera ser que importantes sectores del gobierno del cambio, incluido el mismo presidente Luis Abinader conciben la idea de que ha mediado de este año se produciría la vuelta a la normalidad, lo que obviamente se enfrenta a una cruda y preocupante realidad y es que, las oportunidades a nivel, no solo nacional sino internacional, se presentaran en lo inmediato de manera muy distintas por lo que las visiones y los proyectos deben ser más acabados, más particulares, más locales, si se quiere más aplatanados.
En momentos de grandes problemas nacionales y globales como la actual crisis sanitaria se hace necesario avizorar, cual vigía sobre la atalaya, donde reside la oportunidad para apurar las transformaciones estructurales y sistémicas que requiere la sociedad, lo que incluye el aparato económico.
Es por esto que, en el caso de República Dominicana, el pacto fiscal es columna fundamental para una amplia reforma fiscal que jalone los cambios y transformaciones… porque esta sociedad no resiste ya el actual modelo fiscal regresivo que premia a los más ricos y penaliza a los pobres. Es imposible seguir así y el pacto fiscal debe dar respuestas a ello, a pesar de las posibles resistencias, para lograr la real transformación fiscal en el país.
El pacto fiscal, es uno de los tres pactos que manda la ley número 1-12 que instituye la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, junto con el educativo y el eléctrico. Sin embargo, dado que el Partido Revolucionario Moderno (PRM), en su momento planteó la no necesidad de un pacto fiscal, y que con eliminar el despilfarro y dispendio que tenía el gobierno peledeista, era suficiente para enfrentar las necesidades nacionales, aquella acción que puede ser entendida en función de las realidades del quehacer político dominicano, podría generar inconvenientes a la hora de alcanzar los consensos.
Esto deja ver algo que no parece ser comprendido, y es el gran reto que plantea la eliminación de las exenciones y subsidios que son vistas como dadivas de los gobiernos y no como parte de la actual dinámica económica nacional, por lo que la reactivación económica es mucho más compleja y no se traduce en reactivar un sector u otro.
De ahí que entendemos que la fuerte apuesta del gobierno por reactivar el turismo puede llevar a grandes decepciones, al estar poniendo todos los recursos en la pata de un solo caballo y es que, según las proyecciones de los escenarios barajados, al turismo le tomará largo tiempo para recuperarse. Sin embargo, esto presenta la oportunidad para conformar una política turística con visión transformadora que nos lleve a un turismo más selecto, con mayor poder adquisitivo. Dejando atrás ese turismo al granel donde el grueso de los beneficios queda en manos de los tours operadores. Necesitamos motorizar esos cambios pues, desde antes de la pandemia ese modelo de explotación mostraba ya su agotamiento en países como España.
Presidente Abinader, es necesario tener claro que con esta crisis sanitaria global los problemas económicos son de todos los países, no solo de los pobres, sino también de los desarrollados. Lo que ha llevado a sus poblaciones a experimentar angustias y constreñimientos, sobre todo en Europa y Norte América. Entonces es un tema que no depende de nosotros exclusivamente, sino que hay factores externos que determinan fuertemente la realidad de esta industria. Es por ello que pienso que República Dominicana no debe cifrar su desarrollo económico exclusivamente en sectores donde no tenemos dominio. Exhortamos a su gobierno a revisar este tema.
Por ejemplo, se informa la llegada de 226 mil visitantes no residentes, y que se recuperaron 40 mil empleos en el sector y que además se crearon 18 mil empleos nuevos. Si tomamos 3 empleos indirectos por cada puesto creado y recuperado tenemos que se recuperaron y crearon 232 mil puestos de trabajo, significaría que por cada turista que vino se creó un puesto de trabajo ¿Es esto sostenible?
Se puede seguir apostando al turismo, señor presidente como componente importante del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, pero por ahora este no tendrá la gran recuperación e incidencia deseada, por lo que ya hemos explicado y los números actualizados del sector así lo demuestran. Es muy importante tener esto en cuenta para evitar generar expectativas de recuperación que luego no podrían ser satisfecha. ¿Usted qué piensa?