Las estadísticas que acaba de publicar el Banco Central nos dicen que el PIB se desplomó en el primer semestre, se evaporaron más de ocho puntos, en concreto retrocedió 8.5% a tasa anualizada acumulada, la historia nuestra no registra una caída igual en un semestre.
La atribuyo a una fuerte contribución negativa del consumo de los hogares por destrucción de puestos de trabajo y salarios, y de la inversión de las empresas debido al cierre auto-impuesto. El sector exterior neto se comportó diferente, estimo que no restó al PIB porque interanual el volumen importado se contrajo más que el exportado, para la CEPAL el valor de nuestras ventas externas retrocedió un 10% entre enero y mayo, menos de la mitad comparado con la media de la región.
Para poner en contexto el profundo daño del retroceso del PIB en 8.5%, en pesos y dólares significa que el cierre de empresas y confinamiento en los hogares, la interrupción de la cadena de pago entre las empresas, trabajadores y gobierno, cada semana nos costó RD$16 mil millones, alrededor de US$280 millones, un 0.36% del PIB.
Como en abril el PIB retrocedió 29.8%, un 13.6% en mayo y 7.1% en junio, lo peor de la pandemia se produjo en las catorce semanas que transcurrieron desde mediados de marzo hasta final de junio, la pérdida sumó RD$224 mil millones, alrededor de US$3,800 millones.
No estamos en recesión técnica, no obstante el retroceso en el trimestre abril-junio, para ello se necesitan dos trimestres consecutivos con números rojos, lo que no ha ocurrido, el crecimiento fue nulo en enero-marzo. Caemos en recesión, lo que implicaría más desempleo y pobreza, si el PIB retrocede en el trimestre julio-septiembre.
Para los meses que restan del año tenemos la siguiente tarea: alcanzar un flujo positivo de PIB para recuperar el tamaño que tenía en diciembre de 2019, de lograrlo, el crecimiento sería nulo en 2020. Para en 2021 regresar al ritmo de crecimiento potencial del PIB anual, e iniciar un periodo de reducción del “stock” de deuda pública, no hay otra manera de hacerlo.
Podemos alcanzar los objetivos, tenemos el precedente histórico del 2003 cuando el PIB se desplomó 1.3% y 0.9% en el primer trimestre de 2004, por la quiebra bancaria. Después de alejarse 2.3 puntos porcentuales, el PIB alcanzó el nivel pre-crisis y sumó producto creciendo 2.6% en 2004. Luego aceleró la marcha el motor de la economía alcanzando el nivel potencial, desaceleró en 2009 cuando interanual cayó abruptamente a nueve decimas con motivo de la crisis financiera internacional.
El rebote del PIB no fue casual, en aquella ocasión, como sucede ahora, no hubo pérdida de confianza del consumidor e inversor, posibilitando el rápido regreso a la normalidad. Ahora debemos cuidarnos del diagnóstico, aunque se parezca la crisis económica no es por déficit y deudas públicas, es plenamente imputable a la pandemia, por ello la respuesta de la política fiscal no puede ser austeridad, debe ser lo contrario para crecer y desendeudarnos. Lo dijo Keynes «es el periodo de auge y no de depresión cuando es el momento de la austeridad».