Redefiniendo la salud

Redefiniendo la salud

A escasos quince meses de haber recibido el título de doctor en medicina y ya residiendo en Chicago, la ciudad de los vientos, quedé impactado por una modalidad de tratamiento para las afecciones alérgicas. Consistía dicho formato en determinar las sustancias o alérgenos a los que el paciente era hipersensible.

Luego se iniciaba una tanda de inyecciones, a manera de vacunas en dosis cada vez mayores de los antígenos hasta hacer que el enfermo quedara totalmente desensibilizado, equivalente a curado.

Ello me traía a la memoria la técnica que recomendaba el doctor Antonio Zaglul para el manejo de las fobias, la cual se basaba en confrontar paulatinamente a la persona con la fuente del miedo hasta que el terror desapareciera.

En la cotidianidad sobran los ejemplos de gente que de tanto oír y ver hechos delictivos, así como de contemplar episodios sangrientos va poco a poco perdiendo la capacidad de asombro, terminando por acostumbrarse o adaptarse a situaciones que alteran el estado bienestar físico, mental, social y ambiental. Llega el momento en que familiares y amigos definen al enfermo como un individuo sano. Vimos el caso de un joven de 28 años que mientras practicaba baloncesto dijo sentirse mareado, desmayándose y bruscamente cayendo inconsciente al suelo. Fue llevado por sus compañeros al centro médico más cercano. A su ingreso a la emergencia ya era cadáver. El fallecimiento de este deportista se enmarca en la denominada muerte cardiaca repentina. La familia entrevistada aseguraba que el hoy extinto era un individuo sano, que fumaba e ingería alcohol diariamente. Llamaba la atención la presencia de un extenso y variado tatuaje con peculiar multicolor, repartido por toda la superficie corporal, especialmente en brazos y piernas. La autopsia mostró como hallazgo relevante un corazón agrandado con el orificio de la arteria coronaria izquierda marcadamente estrechado por una placa de ateroma. Tenía un infarto antiguo y otro reciente en la punta del corazón y cara anteroseptal del ventrículo izquierdo.

Cada día crece más la casuística de gente joven aparentemente sana que de manera súbita fallece siendo visto o encontrado muerto sin evidencia alguna de violencia física. Es una amarga y triste realidad constatar que para amplios sectores sociales se considera natural y normal que un adulto joven fume marihuana y otras cosas, ingiera alcohol diariamente, se alimente con abundante grasa animal e ingiera sal en exceso. Noto con tristeza el aplauso y la felicitación de bienestar que recibe el adolescente sedentario y con evidente sobrepeso.

Urge la adopción de un plan educativo tendente a cambiar el equivocado paradigma callejero que define como sano al individuo obeso, ocioso, borrachón, mujeriego y comelón. Desde el hogar, aula escolar, área de trabajo, iglesias, centros culturales y los diferentes medios de comunicación debemos desarrollar una campaña que siembre nuevas costumbres alimentarias, hábitos saludables de vida y una pacífica convivencia comunitaria. Nadie sano de mente y cuerpo en plena juventud cae repentinamente fulminado por un infarto cardiaco. Algo anda mal en la definición popular de salud.

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