Reducción de la jornada laboral

Reducción de la jornada laboral

La única vez que fui funcionaria pública, un aburrido viernes dije entre los compañeros de trabajo que me acompañaban: “Cuando yo sea presidenta, tomaré la decisión de que se trabaje los viernes hasta el mediodía”. Al unísono, todos dijeron que “votarían” por mí. Se produjo un diálogo interesante en el que todos nos preguntábamos: ¿Qué se hace en una oficina pública o privada un viernes por la tarde?

La respuesta no se hizo esperar: las cuatro horas restantes después del mediodía entran en el espacio de los permisos, sea el dentista, la cita médica, “ya terminé todo lo pendiente” y aquellos que no tienen excusas para salir se decantan por lo que está de moda, el “chateo” por el celular o los juegos integrados al móvil, y desde luego, la ansiedad por salir para disfrutar del fin de semana. Ocurre igual en el sector público como en el privado, salvo en las empresas de servicios donde hay que trabajar a tiempo completo.

En el siglo pasado, fue una conquista de los sindicatos la jornada laboral de 8 horas; pues antes no había horario, se trabajaba todo el tiempo y sencillamente la gente vivía menos. Los obreros organizados en sus gremios reivindicaron el “888”, ocho horas de trabajo, ocho horas para dormir y ocho para descansar. La humanidad ha avanzado, se las ha ingeniado para agilizar los procesos integrando la tecnología, haciendo el doble o más del trabajo ayudado por insumos que no existían, de modo que se hace en cuatro horas lo que antes se llevaba ocho.

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Ahora, con los nuevos avances, las tareas se hacen más fácil y después de la pandemia, el trabajo virtual también ha sido una contribución para dejar un poco de lado la burocracia.

Para esta entrega, me tomé la libertad de conversar con varias personas que laboran tanto en oficinas públicas como privadas y, en su mayoría, expresan que después de las tres de la tarde se hace muy poco en las oficinas donde laboran, no solo el viernes, sino todos los días de la semana. Claro que todo depende de la labor que se realiza; no es lo mismo el trabajo de oficina que quienes deben ofrecer servicio o bienes al público.

En varios países de Europa se plantean la reducción de la jornada laboral y en el país varias empresas se han acogido al plan piloto sugerido por el Ministerio en un experimento que si funciona tendremos un nuevo horario de trabajo, o sea, 32 horas a la semana. La ilusión de tener el viernes libre para dedicarlo a asuntos personales, familiares y hasta viajar, producirá un mayor rendimiento; pero, además, las empresas tendrán una reducción de sus gastos en energía, al menos, porque apagarán los aires acondicionados, las computadoras y las luces, lo que será un gran ahorro y un beneficio para los trabajadores.

Reducir la jornada será una nueva conquista de los trabajadores del siglo XXI, este siglo de la revolución tecnológica, que deberá marcar la diferencia con la revolución industrial, donde avanzamos con trabajo que se diferenció de la esclavitud por la intervención del salario como emancipador, aunque no había horario para terminar, y la clase obrera, como clase en sí, reivindicó la jornada de ocho horas, la libertad de organizarse en sindicatos, entre otras conquistas convertidas ya en derechos fundamentales.

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