Reducto izquierdista del siglo XXI

Reducto izquierdista del siglo XXI

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Casi sin darnos cuenta, los países de América al sur del río Grande, mientras Estados Unidos aumenta su hegemonía universal y pese a haber sido atacado en su costa sur por dos poderosos y severos huracanes, se adentra más en su conservadurismo de derecha, aquellos han iniciado, en el presente siglo XXI, una regresión a los regímenes de izquierda que fueron tan populares en las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado.

Con excepción del gobierno castrista de Cuba, que se ha sostenido contra golpes y presiones para hacerlo desaparecer por más de 40 años, hubo un tiempo que los gobiernos suramericanos se debatían en una democracia populista y corrupta de malos presidentes y atrasos increíbles, frente a sus potenciales riquezas, que eran devoradas por los políticos corruptos y entronizados a todos los niveles, como fue el caso venezolano de sus gobiernos social demócratas y cristianos, pese a sus billonarios ingresos, hundieron a la nación bolivariana en la pobreza, para darle vida a un militar que se cree la reencarnación de Simón Bolívar.

La ola izquierdista del siglo XXI cubre ya todo el cono sur con Kirchner y Lagos en Argentina y Chile, con Alvarez y Lula en Uruguay y Brasil, con Chávez en Venezuela, en Perú un Toledo que navegó en el populismo de izquierda para perder esa base al corromperse como sus antecesores, mientras que en Ecuador un Lucio Gutiérrez fue apartado del poder por su manifiesta incapacidad y querer ser una pobre copia de Chávez. Y las Guyanas se mantienen en su socialismo muy peculiar.

Por otro lado en Colombia, gobernada por Uribe, quien busca su reelección, violando acuerdos pactados en la década del 50 del siglo pasado, para compartir el poder los partidos tradicionales, quizás decida desnudar sus aspiraciones cuando obtenga su segundo período y buscar un afianzamiento en relaciones con su vecino oriental, del cual no puede desprenderse, como ocurre entre los dominicanos y haitianos.

Por su parte, los países de América Central y de las Antillas hispana se cobijan bajo la sombrilla conservadora norteamericana, que al aprobarse el famoso CAFTA-DR, será una atadura que impedirá sacudirse si hubiese algún intento de emancipación del imperio de países que se distinguieron por su espíritu rebelde en los últimos 40 años del siglo XX.

Los dominicanos bailamos un baile interesante, de un partido que se vendía como el de la liberación dominicana, pero poco a poco se ha domesticado para someterse a los dictados de la potencia que está en su tercera frontera y del cual depende casi en todas sus ventas hacia ese gran país, y por la enorme población criolla que reside allí y envía religiosamente un voluminoso caudal de remesas anuales, que sostienen, con más de dos mil millones de dólares, una economía despilfarradora de recursos, pretendiendo vivir en la opulencia como país rico.

Por lo tanto, el gobierno dominicano actual, de izquierda y de la liberación, no puede darse el lujo de bailar al mismo ritmo de sus colegas del cono sur americano, ya que se colocaría en una posición muy delicada, donde recibiría más presiones de las que actualmente recibe por su desinterés para castigar a quienes fueron los responsables de la quiebra de tres bancos e hicieron colapsar la economía en el 2003.

Los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana, enfrentados al gobierno conservador norteamericano bajo la dirección republicana, quieren demostrar su independencia ideológica lidereados por un Lula, que ha comenzado a dejar al desnudo sus lacras de la corrupción que lo carcome, y de un Chávez venezolano, que con sus locuras verbales pretende chantajear a los Estados Unidos, para que lo deje hacerse de una base continental a cuenta de utilizar el petróleo como un arma de compra de adhesiones y gentes para que su nombre sea ensalzado y elevado a la cumbre de un liderazgo al estilo Simón Bolívar, que está muy lejos de equipararse a ese notable libertador que muchas veces no fue racional en algunas de sus acciones.

La percepción es que el nuevo estilo de izquierda de los gobiernos latinoamericanos para sacar a los pueblos de su pobreza, no es la solución. Esos regímenes llevan en sí la semilla de su destrucción en sus más conspicuos dirigentes, que arropan a sus presidentes, ya que son verdaderas pirañas en el uso de los recursos. Las estadísticas demuestran a las claras cómo los pueblos latinoamericanos se hunden más en la pobreza y los recursos se esfuman de sus territorios para convertirse en fortunas en algunos paraísos fiscales que todavía existen y son los preferidos de los voraces políticos de la nueva izquierda. Estos se venden como inmaculados pero son todos una lacra que llevan el cáncer de su corrupción como parte de su forma de vida como se ha visto en el caso de los pasaportes criollos.

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