Reelección maldita y traumática

Reelección maldita y traumática

Comenzando debo expresar que tengo una deuda de gratitud impagable con el presidente Leonel Fernández y, además, consecuente con mi principio anti-reelecionista, prevengo al gobernante de la vileza de la reelección y quienes lo promueven a esa acción vituperable, en el fondo quieren usarlo, no lo quieren de verdad.

Aunque el general Pedro Santana no fue reeleccionista, su alternancia en el poder fue de diez años, demasiado para cualquier gobernante, sobre todo considerando que la República nacía, y su ciclo trágico concluyó con la anexión a España. El segundo protervo espada de nuestras desventuras patrias, Buenaventura Báez Méndez, concluyó, un total de 15 años, con el desastre de acuñar moneda sin respaldo arruinando el nervio económico y sobre todo a los tabaqueros de Santiago, y el infame contrato de Harmont, inicio de nuestro vía crucis financiero que eclipsó la soberanía nacional, firmado el 01-05-1869 por el ministro de Hacienda, Ricardo Curiel, y Edward H. Harmont de la casa Harmont, & Cía, de Londres, ordenado por Báez. (César Herrera, De Harmomt a Trujillo, páginas 22-23).

Ulises Heaureaux, “pantera en orgasmo” como lo definió José María Vargas Vila, termina 13 años de tiranía (1887-1899), quebrando el sistema financiero con las “papeletas de Lilís”, sin Valor, como las de Báez, arruinado a los cosecheros de tabaco del Cibao, que lo ajusticiaron en Moca el 29-07-1899.

El ciclo del doctor Joaquín Balaguer terminó los primeros 12 años tinto en sangre, maculado de corruptela y los otros diez, el país indignado porque un grupito de áulicos medraba, a sus anchas con un gobernante invidente, multiplicando la corrupción.

Podrá afirmarse, con razón, que Leonel Fernández no es ni tirano ni déspota ilustrado, pero el país no está bien ni en finanzas, ni en electricidad, ni en educación, ni en seguridad ciudadana. Seguiré.

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