Reelecciones sí, reelecciones no

Reelecciones sí, reelecciones no

Por MONSEÑOR RAMON BENITO DE LA ROSA CARPIO

INTRODUCCIÓN. Para comprender en todo su alcance las siguientes reflexiones, es necesario situarse en la República Dominicana en los primeros meses del año 2007.

Sobre el tapete del accionar político y, por ende, de la opinión pública están, de manera candente y generalizada, los temas de las elecciones en mayo del 2008 y de la reelección. Esto último divide a partidos ente sí e, incluso, a los miembros de un mismo partido entre ellos mismos. También la población opina al respecto de diferentes modos.

Dados este ambiente y situación en torno a la temática reelección, quiero presentar cuatro puntos, que considero útiles para una reflexión ponderada.

1. LA REELECCIÓN ES ALGO DISCUTIBLE Y OPINABLE

En un clima exacerbado de intereses políticos y discusiones ardorosas, se puede fácilmente olvidar un dato tan obvio como ese: la reelección puede ser y no ser. Unos países la tienen, otros no. Los que la aprueban pueden presentar diversas modalidades: unos tienen un período sí, el siguiente no, pudiendo reelegirse en este tercero otra vez; otros, la han aprobado por dos períodos seguidos y ya nunca más; otros podrían, incluso, reelegirse ininterrumpidamente o ser elegidos por un único y sólo período. Mucho, pues, se puede opinar sobre “reelecciones sí”, “reelecciones no” y sobre modalidades de reelección.

En la República Dominicana en el mes de marzo 2007 hubo declaraciones de obispos y mucha gente más opinando que su pensar era “reelecciones no”.

Políticos reeleccionistas hubo también que reaccionaron airadamente contra esta opinión, insultando y descalificando, como personas, a los que sostenían tal posición. Llegaron, incluso, a acusarlos de “políticos partidistas”.

Dolorosamente olvidaron que la reelección es un tema discutible y opinable. A lo sumo pudieron decir, haciendo uso de su libertad de pensamiento: “Esas personas, incluidos los Obispos, piensan “reelección no”. Nosotros, en cambio, pensamos “reelección sí” Nosotros respetamos su opinión y ellos, respeten la nuestra”.

Siempre es triste y cuestionable que para rebatir la opinión o pensamiento de alguien se caiga en insultos, descalificaciones, acusaciones personales e, incluso, a veces, en persecuciones físicas y morales.

Consideramos que es importante que los políticos y otras personas públicas no olviden que disentir de sus opiniones no significa ser enemigo u opositor. Sobre todo en cuestiones políticas, algunos dirigentes fácilmente encasillan al que no coincide con sus puntos de vistas en el partido contrario.

Así hemos visto a Obispos, comunicadores y otros más, ser colocados hoy antojadizamente en este color partidario por tal o cual posición y cambiados al color contrario poco después por no agradarles la posición asumida entonces.

Afortunadamente, como se dice popularmente, este es un país pequeño y aquí todos nos conocemos.

Valga recordar este viejo criterio de la Iglesia: “En la verdad, unidad; en las dudas y opiniones libertad”. Unidad al afirmar la verdad matemática, dos más dos son cuatro, libertad al discutir si dos mangos se deben vender por dos pesos o por otro precio. Unidad al afirmar que en la República Dominicana ha de haber elecciones, libertad al discutir si ha de haber reelecciones o no.

Unidad absoluta tienen los Obispos al tratar las verdades de Cristo y sus valores; libertad inmensa tienen para discutir las variadas metodologías para comunicarlas y optar cada uno por las que les parezca mejor.

2. LA REELECCIÓN HA SIDO PERJUDICIAL AL PAÍS

Historiadores dominicanos, a los que se han sumado obispos y otros pensadores, han afirmado que la reelección ha sido más negativa que positiva al país.

Así se puede traer a colación, para poner un ejemplo, que muchos de nuestros héroes patrios son celebrados, porque fueron aplastados y hasta eliminados debido a que se oponían a la reelección indefinida de tal o cual dictador.

Incluso se afirma que el tema de la reelección ha hecho daño a lo interno de los partidos políticos mismos, causando divisiones y luchas intestinas. Después de los treinta y un año de gobierno ininterrumpido de Trujillo, prácticamente todos nuestros partidos democráticos han tenido la experiencia de desavenencias internas o creación de nuevos partidos por el discutido tema de la reelección.

Nuestra Constitución ha sido una de las víctimas de esta cuestión: cuando se está en la oposición se lucha para que se elimine el artículo referente a la reelección; cuando se alcanza el poder se busca reformarla para incluirla de nuevo.

Si a partir de los datos históricos, se asume la postura de “reelección no”, todavía los postulantes de “reelección sí” son plenamente libres de defender su posición. Tienen todos los derechos para ello. Para fundamentarla podrán aducir todos los argumentos políticos, filosóficos o racionales que crean convenientes.

Lo que ciertamente es inadmisible es que se vitupere a historiadores, obispos, comunicadores y otros, por su posición no reeleccionista basada en argumentos tomados de la historia. Peor aún que se les ubique en partidos contrarios a los defensores de la reelección.

Es esto una clara lectura partidista e interesada de una posición intelectual, a la que tiene derecho todo ciudadano. Lectura, por demás, peligrosa, porque indica una politización absolutizante, en la que todo se ve a la luz del prisma del propio partido. Tan peligrosa y aberrante resulta ser que puede llegar el momento (aunque mueva a risa) en que cualquier ciudadano, o sacerdote en sus celebraciones, tenga miedo de usar vestidos u ornamentos de los colores de los partidos vigentes por temor a que se le tilde de “partidista” por ello.

3. LA REELECCIÓN ESTA CONTEMPLADA EN LA CONSTITUCIÓN DOMINICANA

Hoy por hoy la reelección está incluida y aprobada entre los artículos de la Constitución de la República Dominicana. Por lo tanto, cualquiera en nuestro país, con toda legitimidad y validez, puede ser reelecto. Es, pues, un derecho que le asiste y se debe respetar.

De ahí, también, que con Constitución o sin Constitución, nadie tiene derecho a vituperar, descalificar o insultar a los que dicen “reelección sí”, aunque no se esté de acuerdo con esta posición.

Ciertamente que a los oídos de éstos suena mejor la afirmación “la reelección está contemplada en la Constitución Dominicana” que aquella otra “la reelección ha sido perjudicial al país”. Seguro que para ellos, aquellos que acentúan “lo constitucional” no serán calificados de “partidistas”, mientras que los segundos ya lo han sido.

Es útil y conveniente, del mismo modo, que los que opinan con todo derecho “reelección no” tengan presente el derecho constitucional actual de los que opinan “reelección sí”.

4. DAD A LOS POLÍTICOS LO QUE ES DE LOS POLITICOS Y AL PUEBLO LO QUE ES DEL PUEBLO

Recordando aquella célebre frase de Cristo, recogida en Mateo 22, 21: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, se me ocurre esta otra: “Dad a los políticos lo que es de los políticos y al pueblo lo que es del pueblo” y a la luz de ella proponer las tres siguientes más específicas:

u Dad a los políticos el que se maltraten verbalmente entre ellos en cuestiones de elecciones y reelecciones (cosa que consideramos, por otra parte, que no les hace bien, pero es su opinión), si así lo deciden, pero dad al pueblo y a cada ciudadano el respeto necesario, para, sin maltratarlo, opinar sobre esta materia y otros con la libertad propia de una democracia.

u Dad a los políticos el derecho de elegirse o reelegirse, según la Constitución y leyes dominicanas actuales, pero dad al pueblo su derecho a opinar sobre ventajas y desventajas al respecto, de acuerdo a esa misma Constitución y leyes, sin que ningún político se sienta criticado por ello.

u Dad a los políticos el derecho de hacer promesas u ofrecer soluciones a los problemas nacionales, pero dad al pueblo el derecho y el deber de exigir el cumplimiento de esas promesas u ofrecimientos, no importando si el gobierno es electo o reelecto.

Mi pensamiento sobre “reelección sí”, “reelección no” está integrada en los cuatro puntos enumerados más arriba, por lo cual, cualquier uso que se haga de él, escrito o hablado, ha de incluir dichos cuatro puntos completos; lo contrario será considerado manipulación y no aprobado por mí.

Monseñor Benito de la Rosa y Carpio es obispo de la diócesis de Santiago y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

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