Reencuentro con Norberto
James por su nuevo libro

Reencuentro con Norberto<BR>James por su nuevo libro

POR ÁNGELA PEÑA
Fue un acto rigurosamente protocolar salpicado de la informalidad que da el cariño entre viejos amigos reencontrándose tras largos años de ausencia.

Pedro Conde Sturla, y Antonio Lockward Artiles, que llevaron escritas sus presentaciones, no pudieron sujetarse al libreto. Leyeron y también improvisaron nostalgias y ocurrencias de tiempos mejores. Freddy Ginebra prácticamente versificó un derroche de humor sin pautas ni anotaciones sacudiendo el paraninfo de la facultad de Medicina de la Autónoma, casi repleto por el numeroso estudiantado.

Pero los incondicionales de Norberto James no le fallaron. Poetas de su época revolucionaria, militantes de sus años en la izquierda, compañeros de la radio, escritores de su generación literaria fueron a acompañarle en la puesta en circulación de “La Urdimbre del silencio”, que vino a presentar desde Boston donde reside como “todo un caballero bostoniano”, al decir de Conde Sturla.

Lockward estuvo jocoso, brillante, lúcido. Dejaba a un lado sus apuntes para hacer críticas que impregnaban de carcajadas el auditorio. Pedro Conde lo despidió afirmando que el intelectual hoy en día no tiene un buen empleo porque hizo una denuncia de corrupción y los corruptos siguen en pie y a él lo botaron. El poeta James, declamado y biografiado desde sus orígenes humildes, estuvo todo el tiempo sonriendo, pero los chistes de Freddy Ginebra lo estremecieron.

El programa se inició con retraso de más de una hora y a pesar de la espera, fue después de comenzado que llegaron Freddy Ginebra, René Alfonso, Carlos Francisco Elías (Cuchi), Alexis Gómez y otros. Tal vez se debió al cerco de la AMET para dejar franco el paso al Presidente Leonel Fernández que ese día se reunía en el edificio vecino de la Biblioteca con el presidente haitiano René Preval. Desde muy temprano el Premio Nacional Diógenes Céspedes estuvo conversando animadamente con Norberto James, al que fueron a apoyar con su presencia, además, Miguel Jiménez, Maritza Camacho, Gabina Alcántara, Miguel Aníbal Perdomo, Peter Croes, Noris Céspedes… Pedro Paulino y Ricardo Ventura organizaron el encuentro junto a Conde. Ventura hizo de maestro de ceremonia. Paulino abrió la presentación leyendo el más famoso poema de Norberto: “Los Inmigrantes”.

“Académicos y camaradas”

“Me siento tentado a dirigirme a ustedes en las dos calidades que tienen siempre en esta universidad: académico y comunista”, expresó Antonio Lockward después del saludo. Todos gozaron. Agregó que en esas calidades podía dirigirse a Norberto con el nombre de revolucionario, del Movimiento Popular Dominicano, y del “Comando Argentina”, durante la guerra de abril. “Estamos en presencia de “Beto  Astrada”, del comando Argentina”, declaró. Así que hablaría, dijo, en torno al poeta y a Beto Astrada.

El autor del prólogo del primer libro de James, “Sobre la marcha”, arrancó otros aplausos cuando afirmó que el salón estaba lleno de estudiantes secuestrados, cautivos, “cosa que yo hice cuando era secretario general, porque sino, nadie existe”. Y luego de agradecer al doctor Nan Chevalier, director de la Escuela de Letras, que auspiciaba el acto junto a la facultad de Humanidades, significó: “Este gustazo yo tenía que dármelo, esto no se consigue todos los días”.

Explicó porqué el compilador José Acosta no incluyó a James en “Voces de ultramar, Literatura Dominicana de la Diáspora”, porque, entre otras razones, “sus huellas hay que buscarlas en Boston, a buena distancia del alto Manhattan”. Recordó que el poeta es de los fundadores del grupo literario “La Isla”, autor de varias obras en más de 20 años de permanencia en el extranjero, citó fragmentos de “La Urdimbre del silencio” y aseguró que los editores del volumen están equivocados cuando aseveran: “En principio podría decirse que su poesía iba con la corriente de aquellos años sesenta, donde los Apocalipsis se vivían en cada esquina y el cielo no siempre tenía luces suficientes para iluminar el ser del poeta, pero lo que con seguridad no fue fácil para Norberto James fue zafarse de ese chantaje generacional donde el sujeto y sus pretensiones personales debían postergarse”. Miguel D. Mena escribió esos juicios que figuran en la contraportada.

“Nada más erróneo”, enfatizó Lockward. Y señaló que “La Urdimbre del silencio tiene una señal de identidad donde con toda llaneza, en el lenguaje minimalista que se le ha atribuido desde “Sobre la Marcha”, “La Provincia Sublevada”, “Vivir” y “Hago Constar”, Norberto reafirma los puntos de vista que lo llevaron a firmar el Manifiesto del Grupo La Isla y a organizar el Primer Congreso Nacional de Joven Poesía”, y para demostrarlo recitó un fragmento de “Señal de identidad”, contenido en la obra.

“Cuarenta años después de invocar como poeta la honda ternura de manos lavanderas, el hombre permanece en la urdimbre del silencio, apresadas las manos entre las rodillas, sin respuestas posibles”, manifestó Antonio Lockward.

Se refirió a otros manifiestos que invocan la liberación del verso, se remontó a Manuel Rueda, con su “Tambor de las Islas” y el Pluralismo que según él no tuvo continuidad orgánica y “quedó sin eco el brillante intento por superar otros experimentalismos cuya falta de mensaje ha sido eslogan de una poesía que ha encontrado en este último rótulo su propia sepultura”.  Entonces abundó en el ensayo de José Mármol donde “los jóvenes de la década de los 80” hacen su declaración.

“Tremendamente decepcionado”

Después habló Freddy Ginebra, “tremendamente decepcionado de Norberto”, calificando el acto de engaño y llamando sinvergüenza al profesional petromacorisano porque “mientras todos nos hemos puesto viejos, Norberto ha regresado igualito, sosegado, maravilloso, con una mirada limpia, y eso me ha dado rabia” ya que a él le dicen “señor Ginebra”, lo tratan de anciano y en las guaguas sólo le cobran la mitad del pasaje, a sus 63 años. Señaló “la barriga vergonzosa” de Cuchi Elías y el avejentamiento a destiempo de todos a causa de los apagones, la corrupción, las huelgas, el alto costo de la vida a los que ha escapado Norberto James. Ponderó la obra del intelectual, su sensibilidad y su corazón bello.

En su turno, Norberto James se limitó a pedir un minuto de silencio en tributo a José Molinaza y a leer tres poemas de “La urdimbre del silencio”: “No he olvidado nada”, “Beechwood Road” (la calle donde reside en Boston) y “(Re)posición”, que escribió “cuando leía que a Peña Gómez lo estaban descalificando por negro y por haitiano”. Al concluir dedicó libros, intercambió teléfonos y tarjetas, recibió y brindó abrazos…

 Pedro Conde había introducido  con una simpática semblanza de Norberto en la que declaró que James “es el único poeta de relieve que no procede de la pequeña burguesía. Es un poeta proletario, el primero que descuella en el contexto de la literatura posterior al descabezamiento de Trujillo. Así lo presentó el lúcido Antonio Lockward con palabras aún  dignas del recuerdo, dignas de antología:

 “¡¿Norberto James?!… ¿Cómo me dijo?… ¿pero de quién es hijo ese tipo? ¡Yo nunca lo había oído mentar!… ¿De Miramar?…. ¡Ay, Dios mío, un cocolo! Norberto James. No Troncoso ni Peynado. Salido del Ingenio Consuelo, hijo de Dolores Rawlings…”.

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