Reflexión: El abogado y el litigio

Reflexión: El abogado y el litigio

El principio de contradicción es un fundamento del derecho procesal, que consagra la existencia de las audiencias orales ante el desarrollo de un conflicto judicializado. El demandante es, ante los ojos del juez y la sociedad, la parte afectada en la ocurrencia del hecho. Su deber es exponer sus alegatos haciendo una relación de los hechos con la norma jurídica supuestamente vulnerada. La parte demandada se encarga de hacer una exposición de sus medios de defensa en aras de contradecir los argumentos de su contraparte, en busca de que el juez apoderado proceda a desestimar la demanda en su contra.

Escuchar las palabras juicio o audiencia, nos transporta a un profesional que ha cursado la carrera de Derecho y tiene una especialización en una de las ramas de la misma: El abogado. Esta persona va representar los intereses, miedos y angustias del cliente (sin importar la parte que represente). La función del abogado, una vez contratado para el caso, radica en el análisis, estudio y revisión del expediente, a su vez de recabar todo medio probatorio que pueda respaldar sus argumentos (documentos, testigos, peritaje…etc).

Una vez iniciado el proceso con la notificación de la demanda y apoderamiento del tribunal competente, tanto en razón de la materia como del territorio; fijada la fecha de la audiencia, el abogado carga con otro peso de suma importancia: El litigio. No solo implica el desarrollo de una audiencia como mera formalidad del proceso, sino que abarca el desarrollo de una estrategia argumentativa certera, eficiente narrativa, con apego a la solemnidad del tribunal, a la Constitución de la República y las normativas de nuestro ordenamiento jurídico.

El litigio no solo implica la estrategia y los argumentos desarrollados, el factor psicológico juega un papel fundamental en el comportamiento del abogado en el trascurso de la audiencia. Los nervios siempre invaden ante cualquier escenario donde implique un público y el uso de la oratoria. Ese sentimiento de intranquilidad es lo que demuestra que el abogado ama su profesión porque quiere que todo salga perfecto. Tiene la intención de demostrar al cliente que hizo la elección correcta al contratarlo y sobre todo tiene la intención de ganar. Por eso los nervios no debe ser lo que prime, sino la seguridad en sus argumentos, la exposición de sus palabras tiene una intención en específica, convencer al juez. La seguridad es lo que permite a los abogados, no solo poder realizar una buena tramitación de sus alegatos, sino también escuchar a su contraparte, su discurso no puede pasar desapercibido o ignorado. Toda vez que gran parte de la réplica y contrarréplica se nutre de los posibles errores verbales del abogado contrario.

El Dr. Oscar Fernández de León me recordó en su escrito: Ese vacío con el que sales del juicio. Una vez concluimos una audiencia donde se debatieron intensamente los alegatos de la demanda y los medios de defensa del demandado. Existe una sensación que recorre por los pensamientos del litigante, que se convierten en una serie de interrogantes: ¿Lo hice bien? ¿Pude haberlo hecho mejor? ¿Interrogué completamente al testigo?… Entre otras, son una suerte de incertidumbre que por lo general inunda nuestra mente cuando vamos camino a nuestro vehículo, a la oficina o luego de hablar con el cliente. El Dr. Fernández de León nos recuerda que los abogados sufrimos un desgaste físico y emocional, toda vez que la defensa al cliente se torna en una batalla personal que debemos ganar.

El litigio no solo es una sala de audiencia, el secretario, alguacil o el juez que está llamado a impartir justicia. Es la base de todo proceso donde se discute el fondo del conflicto. Donde los abogados emplean esfuerzo físico y mental en la oratoria y sus escritos para buscar la solución más favorable para el cliente. Abogado y litigio son dos palabras que difícilmente pueda separarse. El litigio es la emoción de la batalla y el abogado es el guerrero que se emociona y sufre al debatir, con apego a las normas que la envuelven y a una sana administración de justicia.