Reflexionando

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Un libro prodigioso: Hay un libro, tesoro de un pueblo que hoy es fábula y ludibrio de la tierra, y que fue en tiempos pasados la estrella de Oriente, a donde han ido a beber su divina inspiración todos los grandes poetas de las regiones occidentales del mundo, y en el cual han aprendido el secreto de levantar los corazones, y de arrebatar las almas con sobrehumanas y misteriosas armonías.

Este libro es la Biblia, el libro por excelencia. Libro prodigioso aquél, en que el género humano comenzó a leer hace treinta y tres siglos; y con leer en él todos los días, todas las noches y todas las horas, aún no ha acabado su lectura.

Libro prodigioso aquél en que se calcula todo, antes de haberse inventado la ciencia de los cálculos; en que sin estudios lingüísticos, se da noticia del origen de las lenguas; en que sin estudios astronómicos, se computan las revoluciones de los astros; en que sin documentos históricos, se cuenta la historia; en que sin estudios físicos, se revelan las leyes del mundo.

Libro prodigioso aquel, que lo ve todo y lo sabe todo, que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre y los que están en la mente de Dios; que ve lo que pasa en los abismos del mar, y lo que sucede en los abismos de la tierra; que cuenta o predice todas las catástrofes de las gentes, y en donde se encierran y atesoran todos los tesoros de la misericordia, todos los tesoros de la justicia y todos los tesoros de la venganza.

Libro, en fin, que cuando los cielos se replieguen sobre sí mismos como abanico gigantesco, y cuando la tierra padezca desmayos, y el sol recoja su luz, y se apaguen las estrellas, permanecerá él solo con Dios, porque es su eterna palabra resonando eternamente en las alturas. (Donoso Cortés, marqués de Valdegamas).

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