Reflexiones

Reflexiones

POR JOSÉ R. YUNÉN
Es muy difícil exagerar la situación dominicana. El deterioro de la economía y la moral de muchas instituciones tanto públicas como privadas, es evidente. La repetición de quejas que se exteriorizan a diario por el colapso de los servicios públicos -la carestía de los bienes de consumo por la inflación general y por el desprecio de las múltiples dificultades en las normas éticas que regulan la conducta de la sociedad está a la orden del día.

La mayoría del pueblo dominicano, la que está sintiendo la desazón y el escozor de los largos apagones, la que acude cada mañana al mercado para encontrar menos bienes a más altos precios, llora su impotencia en salir de los infortunios; además se considera abandonada por el gobierno de turno, al que se dio a sí misma para redimirse de males.

Los graves problemas que nos aquejan, están hoy en boca de todos, existe una situación inquietante en este tiempo de transición entre el gobierno de Hipólito Mejía y el que debe iniciar el próximo 16 de agosto Leonel Fernández. Nos incumbe, como ciudadano el torrente de presiones con amenazas y denuncias que se están generando para que salga a la luz los numerosos dilemas que afligen a la sociedad dominicana, entre ellos el significado de la corrupción política y sus efectos deletereos en muchas de las instituciones nacionales. Hay que aceptar que nos encontramos ante una impreparación fundamental de mediocridad, malos tratos, insociabilidad, de delincuencia asociada a todas clases de vicios. En fin, nuestro pueblo se haya ante una crisis de sociedad y una crisis de poder y administración pública.

Desde periodos anteriores es bien conocido por todos, el mecanismo inmoral mediante el cual una gran mayoría de los funcionarios se sienten inocentes y víctimas que los induce a descargar todas sus culpas en otros. Es hora pues, darle una respuesta categórica a la opinión pública que ha venido mal tratada y está siguiendo con avidez que salga a la luz una confesión honrada del conjunto de males que nos agobian.

Es un poco difícil lanzar un juicio sobre la actitud que asumiera el presidente entrante en su alocución durante la Asamblea Nacional, de si va o no a contemporizar con los funcionarios públicos salientes, luego del vendabal de las quejas que sucedieron durante los meses de campaña y los obstáculos interpuestos durante el periodo de transición, por las nuevas dificultades y sugerencias muy llamadas a perjudicar el nuevo régimen.

En fin, aunque no es posible predecir en este momento en qué dirección marchan las cosas en este país como consecuencia de este deterioro, si podemos asegurar que si se aclaran las cosas, despertará reacciones muy relevantes en la conciencia de los dominicanos.

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