Ex marido mata mujer y se suicida, se suicida marido que mata mujer, mujer hace que marido se suicide luego de muerta, al morir mujer decide que marido no debe seguir vivo, marido llora mujer luego de matarla. Ni una más, ni una menos, ni otra más, ni otra menos. Ni ella, ni tú, ni nosotras, ni aquellas, ni estas, ni las que faltan, ni las que no han llegado, ni las que serán luego, todas han sido, todas serán y todas faltan.
Anibel González Ureña, la de San Pedro de Macorís (las demás las matan en cualquier parte del territorio nacional), fue acuchillada en 2017 por el mismo monstruo que le disparo cinco veces hasta matarla el pasado viernes 30 de agosto, el mismo sujeto al que los tribunales de su jurisdicción le redujeron su tiempo en la cárcel ante el primer intento de acabar con la vida de Anibel por un acuerdo nefasto. Tribunales cómplices, fiscales cómplices, autoridades cómplices, políticos cómplices, sociedad cómplice por omisión o evasión.
Violencia de género, espirales de violencia, violencia denunciada, denuncias encharcadas, declaraciones de prensa, prensa que denuncia y a veces solo enuncia, candados que se ponen después, como siempre y desde siempre, duelos, ataúdes, llantos, lloros, penas, pésames, ni una más dicen todos y todas en lenguaje inclusivo.
Al final, ¿Quién paga los entierros?
Bodas, matrimonios, apareamientos, unión libre, amor, amoríos, novios, esposos, embarazos deseados y no deseados, hijos, amantes, lunas de miel y mieles de luna, fotografías, fotógrafos, bailes, abrazos, suegros, suegras, confesiones e ilusiones, casa nueva, carro nuevo, tarjeta de crédito nueva, empleos, médicos, partos y presupuestos compartidos. Ni una más dicen las campañas de ONGs que apoyamos todos y todas, de manera inclusiva e inclusive.
Deterioro, divorcio, separación, ruptura, no te quiero, no te amo, no te pertenezco, no te me acerques, no es no, si es sí. Depende, tal vez, quizás, ahora no, ya no eres el mismo, pero yo te quiero, no puedo estar sin ti y si ti es que debo estar, orden de acercamiento le entra a tiros a orden de alejamiento y se permite la cercanía, la posesión, la acción sobre ellas, ellas las que huyen, las que callan, las que hacen silencio para no morir y al final es el propio silencio el que las mata.
Te amo y yo a ti, te quiero y yo a ti, eres mía y yo tuyo, para siempre, como fue escrito en aquel papel, pero el papel no tiene letras de eternidad, desde hace décadas se pueden borrar y cambiar. Pero ya no quiero y tú sí, pero si no eres mía no eres de nadie.
¿Y cuando he sido tuya?, no me compraste, no soy una silla o una vaca, soy mía, me pertenezco a mí, a mis hijos y a mi vida, a mi autorrealización, eso dicen las expertas en autoayuda del curso que asistí, lo dicen las terapeutas a las que he ido, las coach de vida con las que me he encontrado, todas me dicen lo mismo, soy mía, me pertenezco, soy libre, pienso por mí misma y forjo mi propia identidad.
Suenan otra vez los disparos, se escuchan los golpes detrás de la puerta, los gritos de auxilio desesperados y claro luego el silencio, el estruendoso silencio de la muerte irreversible. Llegan los vecinos, llega el legista, la policía, el 911 o cualquier 11 o 9, que importa ya, llegan los familiares, la prensa y sus cámaras, arden las redes de indignación y desahogo. Ni una más, ni una menos.
¿Hasta cuándo? (Hasta la próxima más…)