Reflexiones a la Zurda: La Ficción Dominicana

Reflexiones a la Zurda: La Ficción Dominicana

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Un Estado-Nación, invención de la modernidad, es funcional a las comunidades humanas que lo sostienen siempre que sus instituciones contribuyan, de forma justa y concreta, a la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas que lo conforman. Entendiendo contribuir como el desarrollo de capacidades específicas y eficientes de gestión de lo público al servicio del bien común, para que cada uno amparado bajo cierta sombrilla normativa, jurídica y social pueda tener la mejor vida posible.

¿Ciento setenta y siete años después podemos decir que existe en la media isla con frontera en el mar caribe y el océano atlántico, un Estado-Nación realmente republicano, democrático y sobre todo funcional para su ciudadanos y ciudadanas?

¿Ha sido funcional y útil a las mujeres, a los niños, a los jóvenes, a los campesinos, a los trabajadores, a los profesionales con estudios avanzados, a los pequeños y medianos empresarios, a los educadores y médicos, a la mayoría de los negros y mulatos que reafirman la composición mestiza del pueblo dominicano?

¿Cuáles son las relevancias, los prestigios, las prioridades y las posibilidades de ser y ejercer la identidad particular y colectiva en el entramado institucional que ha producido y reproducido a lo largo de nuestra historia, falsificaciones de roles, simulacros de vocaciones y una dramaturgia tramposa de servicio público, más mediática que realmente empática?

¿De qué o de quiénes es que somos independientes y/o autosuficientes y soberanos?

La matriz fundacional de la “república dominicana” es un invento romántico fusionado con interés económicos de clase que termino subsumida en pugnas tribales entre caudillos y apellidos. El orden constitucional y jurídico aparente ha sido superado siempre en la realidad contextual de los espacios de poder económico, político y social. Hemos sido concebidos como una gallera donde cada traba pugna en la muerte de sus gallos-machos la acumulación de privilegios y derechos situacionales desde la lógica del “asigun”.

La mitología simbólica que sustenta la concepción de patria desde el ejercicio del poder en sus esferas de pensamiento, siempre es usada como instrumento mecánico de propaganda y control de incautos, donde lo importante no son las preguntas y la reflexión crítica sobre el éxito o fracaso del proyecto duartiano y los subsiguientes intentos similares, sino la adscripción autómata a un determinismo instrumental, donde lo que fue es como es (siempre que me convenga) y jamás puede ser reinterpretado a la luz de la investigación científica y sus nuevas herramientas metodológicas.

Un grupo de hombres (hombres sí), blancos en su mayoría, fue el artífice de la construcción y consolidación del relato central de la nación dominicana, con sus tres padres de la patria, con sus efemérides y hazañas, con sus fechas conmemorativas y sus rituales conservadores, con sus libros, héroes y panteones circunstanciales y distorsionados y sobre todo con una concepción de sus estatus, sus prestigios y sus prejuicios. La patria siempre ha estado pendiente para sus dueños reales, descalzos, marginales, precarios, “indecentes”, expulsados de la isla o del centro de importancias de ella. La dominicanidad sigue siendo una tarea pendiente, ¿De quiénes?, ¿Desde dónde y hacia dónde?, continuara…

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