Reflexiones a la Zurda. Trabajo y Pandemia

Reflexiones a la Zurda. Trabajo y Pandemia

Carlos De Peña Evertsz

“El trabajo no es una mercancía”. Organización Internacional del Trabajo. 10 de mayo de 1944

La crisis económica derivada de la pandemia está provocando quiebras masivas de empresas, sobre todo pequeñas y medianas, y su consecuente pérdida de empleos, especialmente en américa latina. En su más reciente informe de principios de julio, la CEPAL estima una pérdida aproximada de 8.5 millones de empleos y el cierre definitivo de no menos de 2.7 millones de empresas, la región tardara unos años en volver a los niveles económicos previos a la pandemia, lo que implicara un aumento desproporcionado de la desigualdad multidimensional, afectando la población de mayor fragilidad y volatilidad de ingresos.

¿Cuál será el impacto concreto que tendrá este escenario de crisis sobre las dimensiones claves del tejido empresarial de nuestros países y específicamente del caso dominicano?

  1. Empresarios. El país necesitara en el corto y mediano plazo un liderazgo empresarial con alta sensibilidad social, vocación innovadora y mucha resiliencia para dirigir sus instituciones en medio de la tormenta viral. Mas allá de la naturaleza de gestor de ganancias y excedentes, el ser empresario en la república dominicana posterior a la superación de la pandemia implicara una gestión estratégica eficaz del riesgo inherente (el que es natural de la función empresarial) y del riesgo consecuente (el vinculado a los efectos de la pandemia) para salvaguardar empresas, empleados y tributos. Dirigir empresas será tarea de mentes creativas, heterogéneas y valientes.
  • Empresas. La sobrevivencia del tejido empresarial dominicano, en su mayoría empresas comerciales y de servicios, dependerá del desarrollo de capacidades como la digitalización pertinente y estratégica de sus procesos críticos de negocio (que no es lo mismo que automatizar rutinas), la indispensable regionalización de operaciones para abrir espacios de demanda y competir en nichos no satisfechos y sobre todas las cosas, La redefinición de sus modelos de negocios convencionales, pasando de ser replicadores a ser creadores de oferta de valor y rentabilidad basadas en “know how” y diferenciación por capital intelectual y relacional. Esto debe producir empresas agiles, flexibles y sensibles al entorno estratégico en crisis.
  • Empleos. Antes de la pandemia la crisis de empleo dominicano tenía que más que ver con calidad que cantidad. El desempleo y la informalidad estructural en una economía en crecimiento parecían manejarse en rangos “aceptables”, a pesar del escaso incremento salarial de las ultimas dos décadas. Hoy, en clave de urgencia, se trata de evitar que se pierdan los empleos existentes, recuperar los ya perdidos y sobre todo definir una estrategia país de creación de empleo de calidad, sea a través del incremento de las capacidades de la fuerza de trabajo (las tasas de empleabilidad) y/o a través del incremento de la productividad a escala particular y de los distintos mercados laborales. Más formalidad, mayor empleabilidad y mejor productividad deben ser los objetivos prioritarios a corto plazo.
  • Empleados. La fuerza de trabajo sobreviviente a la crisis tiene grandes retos que enfrentar para garantizar su sostenibilidad personal y la de sus familias. En primera instancia se enfrenta a la incertidumbre del teletrabajo, el cual invade la intimidad y privacidad de los trabajadores, insertando un rol de la esfera pública en la esfera doméstica y en consecuencia sometiendo al trabajador a la doble presión de los compromisos laborales y del hogar, ahora en el mismo lugar. Igual marco de incertidumbre se tiene frente a la estabilidad ocupacional, no se sabe cuántos y cuales empleos perduraran en el tiempo mientras se redefine el escenario económico global poscrisis. Pero sobre todas las cosas este escenario pandémico coloca al trabajador frente a una potencial regresión de derechos laborales adquiridos tales como la cantidad de horas laborales por jornada, el amparo a despidos (justos o no) y aquellos derechos alcanzados por trayectorias acumuladas en un espacio de trabajo.

Los Estados, más allá de lo que el mantra neoliberal suele indicar, deben asumir un papel activo en la configuración del nuevo escenario económico. Es evidente que deberán inyectar recursos con créditos blandos a la recuperación de las empresas perdidas, en especial aquellas que han sufrido más daño por cierre obligatorio y/o aquellas que emplean mayor cantidad de mano de obra y producen mayor valor a la sociedad. En ese mismo orden deberán crear, incentivar e impulsar programas y planes acelerados de formación técnica, en especial para el desarrollo de aquellas destrezas asociadas a la gestión digital de procesos y tareas, reconociendo que un porcentaje importante de la población económicamente activa (PEA) tiene una edad y una condición sociocultural que produce limitaciones para incorporarse a la nueva virtualidad.

Pero el papel más importante que los Estados, y en especial el dominicano, debe asumir es el relacionado a las políticas de protección de los trabajadores y sus derechos adquiridos, para ampliarlos e incorporar nuevos. Es tiempo de un Estado al servicio de sus ciudadanos y solo al servicio de sus ciudadanos, cualquier otro camino es agudizar la incertidumbre y la precariedad, estoy seguro de que nadie en su sano juicio quisiera cruzar pólvora con dinamita y mucho menos encender la mecha.