“Condenadme, no importa, la Historia me absolverá”. Fidel Castro, 16 de octubre de 1953.
Cuba es un archipiélago caribeño. Una larga canasta de matices, contrapuntos y configuraciones existenciales. Cuba también es lo que no ha sido y lo que todo el mundo que no es cubano quiere que sea sin vivir la realidad de sus contrastes dentro y fuera de la isla.
Cuba es sus diversas nostalgias, las de los que se fueron y no han podido volver, las de los que se quedaron y no han podido ser y las de aquellos que no siendo cubanos han soñado utopías y colapsos en paralelo, utopías y colapsos no cumplidos tras sesenta años del más particular experimento revolucionario del hemisferio occidental.
Cuba, son sus habitantes originarios, reducidos a las encomiendas y exterminados como en todas las antillas mayores por los colonizadores españoles, también Cuba es sus esclavos negros y la esclavitud que tardo siglos en abolirse.
Cuba son sus villas hispanas, su comercio y su puerto de La Habana, esa Habana de tantas huellas históricas y tanto romance sin concluir. Cuba es su independencia de España, es Valera, De Céspedes, Martí, Gómez y Maceo.
La isla más grande del caribe es el Maine encallado, la ocupación del gobierno de Estados Unidos, la Enmienda Platt en la constitución de 1901.
Cuba es Julio Mella (nieto de Matías Ramón) y los movimientos obreros y estudiantiles. Cuba son sus presidentes republicanos, la constitución de 1940 (la más avanzada de su época). Son sus partidos políticos, es Chibas y su disparo en la radio en vivo.
Es Batista y su dictadura como germen del asalto al Moncada, el Granma, la Sierra Maestra y aquel triunfante enero de 1959 de Fidel, Raúl, el Che, Camilo y otros tantos.
Cuba es también la crisis de los misiles, sus relaciones con la extinta URSS y la invasión fracasada de Bahía de Cochinos, así como Angola, el Congo y otros territorios de África donde el Che buscaba su redención y la liberación colonial de los pueblos. También es Ochoa y su fusilamiento.
Cuba es Caamaño, los Sandinistas de Nicaragua y todos los movimientos militares que intentaron replicar el foquismo y la guerra de guerrillas como herramienta de liberación de sus pueblos de dictaduras sanguinarias y/o de regímenes autocráticos.
Cuba, también son sus grandes músicos, poetas y escritores, sus grandes pensadores de trascendencia regional y mundial.
Su sistema de salud y de educación. Pero Cuba también es la isla de la juventud, la intolerancia hacia los homosexuales, el racismo solapado, el Mariel, el embargo, la ley Helms-Burton, el periodo especial, los extensos discursos de Fidel en la plaza de la revolución, el partido único, los CDR.
Cuba hoy es la transición inteligente de Raúl, Diaz Canel, su aún falta de tolerancia democrática a la disidencia, su difícil situación económica, sus censuras burocráticas y su legítima resistencia a retornar a las manos de un capitalismo caníbal que impulsa el hiperconsumismo e idiotiza una porción importante de la humanidad hasta convertirlo en autómatas digitales nutridos de “likes” y exhibicionismo virtual.
Cuba son sus luces y sus sombras, según el lado de la historia en el que usted prefiera colocarse vera el vaso medio lleno de luz o medio lleno de sombra. Lo que nunca podrá es evitar ver el vaso, Cuba existe y tiene destino, ojalá sean solo los cubanos (todos y todas, de afuera y de dentro) los que sean capaces de decidirlo, de forma plural, tolerante, democrática y sobre todo humana, muy humana, para que el pasado no se coloque delante del futuro, ni el futuro sirva para retornar al pasado.
Cuba debe ser ella misma desde si misma y con ella misma y nada más.