Reflexiones a la Zurda|La Ficción Dominicana (2 de 2)

Reflexiones a la Zurda|La Ficción Dominicana (2 de 2)

Para ti que haces patria todos los días en tu lucha por la vida, honrado de acompañarte en ella.

La patria dominicana se desplaza diariamente a pie, en motoconcho, en guagua y últimamente en metro o en uber, pero sigue siendo ella misma, aquella acumulación de pies descalzos y humanidades curtidas por sol, agua y sereno.

Patria sigue siendo aquel murmullo de sirvientas tendiendo la ropa recién lavada a mano con jabón de cuaba, mientras comentan la última novela de su galán favorito.

Patria es el amolador de cuchillo, el vendedor de plátanos y el comprador de “todo viejo y usado”, incluyéndola a ella misma, a la patria, que son todos ellos los que diariamente salen en busca del “moro perdido”.

Patria es sábado de Corporán o sábados con el “pacha”, o tal vez la patria sea el “pacha” en si mismo con todos dentro cual nevera bañada en agua porque no llega la luz desde hace doce horas, luego de que una chichigua o unos tenis (de cualquier marca) se le lanzaran encima a un poste de la CDE que ahora tiene mas E en el nombre que la energía que realmente sirve.

Patria son los anuncios tan lindos de las publicitarias sobre lo hermosa que es la isla (perdón, media isla, la otra parte es “muy negra y fea”), lo buena gente que somos los dominicanos, y dominicanas y los que vienen y se quedan para serlo o los que se quedan, pero no le reconocen que lo son.  

La patria a veces es un amet verde (y negro) que creyéndose de verdad autoridad, mata la esperanza del violador de semáforos y su dinámica freudiana del “usted no sabe quien soy yo” y el “déjame hacer una llamada”.

Otras veces patria son los vendedores ambulantes toca vidrios de vehículos financiados a crédito con “tasas increíblemente bajas y únicas” en los que la “dueña o dueño” (hasta que el banco o la empresa donde se autoexplota quiera) exprimen su propiedad-espejismo escuchando en la radio la ultima noticia importante del día, cuantos “jonrones” dieron los dominicanos ayer en las ligas grandes que no son nuestras, cuantos se ahogaron en la yola que se iba y no llego, o que político dijo que el otro político no estaba haciendo lo que el haría en caso de que le permitiera estar donde ya estuvo y no hizo.

Patria es una señora prostituida, antes en la bolita del mundo, ahora en la nocturnidad de bares y restaurantes sofisticados o en la vitrina virtual de su preferencia. La patria ahora es “fit”, saludable, medicable, modificable con bisturí o Photoshop, con ropa de paca y moños desrizados.

Pero la patria también canta, se sabe el himno (el de moda, no sea iluso), la patria baila mientras sonríe por el nuevo empleo, por el nuevo préstamo, por los euros o dólares que recibió ayer para la televisión de plasma último modelo desde la cual puede ver otras patrias y soñar con ser ellas sin dejar de ser lo que es.

La patria al final se gradúa de las carencias de sí misma, se pone toga y birrete orgullosa del deber cumplido, hace su fiesta con la familia y luego empieza a organizar la forma de huir del lugar donde se quiere quedar.

La patria ha sido un gran espejo insular. caribeño, mulato, moreno, negro, prieto, indio oscuro y precario.

Tal vez sea hora de que los rostros auténticos de los hombres y mujeres que trabajan diario, que luchan diario en silencio por los pesos para la vida, sean los que expresen sus sonrisas y sus emociones en aquel espejo.

Quizás sea prudente, tras la pandemia, que dejen de ser sus cargadores pesados. La patria debe ser la suma de todas las sonrisas de los que la aman, y amarla es cuidar a los que la forjan, a los jardineros y jardineras de su destino. ¿Habrá patria? donde exista alma, conciencia e identidad colectiva la habrá, con o sin himno aprendido.

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