Reflexiones ante la magnitud de un fraude con tarjetas

Reflexiones ante la magnitud de un fraude con tarjetas

Reflexiones ante la magnitud de un fraude con tarjetas. La clonación masiva de credenciales para beneficiarios del programa social Supérate, que representaría una defraudación para el Estado y los usuarios por 300 millones de pesos, impacta como algo más que una alarmante capacidad criminal en acción.

Habría que poner atención también a la vulnerabilidad que parece delatarse en los mecanismos de expedición y control de la asistencia comunitaria que podría haber sido aprovechada para contubernios que facilitaran un hurto gigantesco que no se compara con los riesgos y golpes que logran los delincuentes contra los entes privados que operan con tarjetas de crédito y débito pero que cuidan con celo sus intereses.

El accionar preventivo contra la corrupción debe ser el logro anticipado para propósitos oficiales de proteger patrimonios públicos y privados y no solo proceder cada vez que se va al encuentro con hechos cumplidos.

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El empleo de documentos que permitan el acceso a fondos oficiales y a la compra de bienes no debe escapar ni por un minuto a una estricta vigilancia desde dentro y fuera de las estructuras a cargo.

Lo primero a garantizar es que las tareas de confeccionar y distribuir impresos plásticos para consumos de los pobres estén a cargo de equipos administrativos de idoneidad previamente certificada por exhaustivas indagaciones.
Contra la eficacia de la burocracia estatal ha influido antes el persistente interés de asignar cargos por favoritismos personales o partidarios sobre otras consideraciones.

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