Reflexiones de cuarentena: Día 1

Reflexiones de cuarentena: Día 1

«El Señor es mi pastor, nada me faltará. (Salmo 23:1)

En estos días de aislamiento, reflexionemos sobre el conocido salmo 23.
Su autor fue David, quien ejerció el oficio de pastor de ovejas desde muy joven, antes de convertirse en rey de Israel. En este salmo David describe su relación con Dios comparándola con su propia relación y actividad con las ovejas a su cargo.
Un pastor, entre otras duras labores, lleva a sus ovejas de un lugar a otro para que coman pastos y beban agua (las pastorea); las cuida y protege de los depredadores día y noche; las sana si se enferman;  las busca si se extravían para devolverlas al camino (cargándolas a veces sobre sus hombros); y las corrige si andan torpemente.  Para las ovejas su pastor es, entonces, garantía de sustento, reposo, salud, seguridad, y garantía de caminar sin extraviarse.
En cierta ocasión David se presentó ante el rey Saúl pidiéndole le permitiese enfrentar a Goliat, un gigante filisteo que desafiaba a los ejércitos de Israel. Para persuadirle, le contó: «Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,  salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba;  Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. (1ro. Sam.17:34).    David deseaba aplicar sus experiencias como pastor de ovejas a la dificultad que al momento enfrentaba su nación.
Así que cuando David cantaba el Señor es mi pastor, no hacía una mera declaración poética; describía una relación que le había infundido confianza frente a la adversidad.  Parafraseándole, es como si dijera así como yo fui provisión, protección, y guía para mis ovejas, así también Dios es mi provisión, mi protección y mi guía en esta adversidad.
Como ocurría con David, mantener una relación con Dios puede hoy también infundir aliento a los creyentes en estos tiempos de pandemia.   Debe ser una relación viva  y personal. Llegar a llamarle «mi pastor»; no «un pastor» ni «el pastor».
El autor del salmo 95 afirma en esa misma dirección «…El es nuestro Dios, nosotros el pueblo de su prado y ovejas de su mano». Pertenecer al prado de Dios, ser tratados por El personal e íntimamente, describe una relación. Jesús dijo «Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y mis ovejas me conocen» (Juan 10:14) . Eso también describe una relación.
Así que todos los que se consideran parte de ese redil, que son muchos en nuestro país, pueden hoy aplicar su experiencia relacional con Dios al reto presente y afirmarse en su fe declarando como David el Señor es mi pastor.
De ello el salmista derivó una consecuencia inmediata: nada me faltará. El sentía que su pastor era tan experimentado que todas sus necesidades de subsistencia serían satisfechas. No sus deseos o caprichos; sus necesidades.  En otro salmo el mismo David afirmaría «… los leoncillos necesitan y tienen hambre; pero los que buscan al Señor no tendrán falta de ningún bien».
Uno de los temores más naturales que nos asaltan en este tiempo es si en los próximos días tendremos esto o aquello.  Para los creyentes, tener a Dios como su pastor les permite afirmar con certeza: Nada me faltará.
Sea alimento, medicina, aliento, educación para los hijos…. Si Dios cuida de las aves del cielo, cuánto más lo hará con sus ovejas.
Apropiémonos de estas verdades y alentémonos con estas palabras.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas